El Verdadero Origen de la Humanidad
Esta sección está basada principalmente en los descubrimientos del sabio Zecharia Sitchin sobre la historia de nuestro planeta y el origen y desarrollo de la Humanidad. Sitchin nos dejó un legado invaluable de 15 libros de su serie: "Crónicas de la Tierra", basados en la Biblia, las tablillas de arcilla, los mitos de la antigüedad y los descubrimientos arqueológicos.
Zecharia Sitchin fue un gran arqueólogo y profundo conocedor del hebreo, de las lenguas semíticas y europeas, del Antiguo Testamento y de la Historia y la Arqueología del Oriente Próximo. Fue además uno de los pocos eruditos que entienden el Sumerio. Sitchin estudió en la London School of Economics and Political Science, y se licenció en la Universidad de Londres. Sus obras han sido traducidas a 14 idiomas, publicadas en ediciones de bolsillo y hasta en Braille para invidentes.
La escalera al Cielo
Capítulo 3
El viaje del Faraón para la otra vida
Las leyendas sobre las aventuras de Alexander y su búsqueda por
la vida eterna que se diseminaron por la Europa de la Edad
Media contenían elementos claramente extraídos de los relatos
sobre los antepasados inmortales, como cavernas, ángeles, fuego
subterráneo, caballos y carrozas de fuego. Sin embargo, antes de
la era cristiana, la creencia generalizada (también de Alexander,
sus historiadores o ambos) era que quienes deseaban alcanzar la
inmortalidad necesitarían imitar a los faraones egipcios.
Fue debido a esa creencia que la alegada semi-divinidad de
Alexander tuvo que ser atribuida a una complicada implicación
con una deidad egipcia en vez de él simplemente alegar una
afinidad cualquiera con un dios de su región. Es un hecho
histórico, no mera leyenda, que el rey de la Macedonia halló
necesario, así que rompió las hileras persas en Asia Menor,
seguir para Egipto (y no perseguir el enemigo), donde buscaría
la confirmación de sus supuestas "raíces egipcias", pudiendo
entonces comenzar su búsqueda por el Agua de la Vida.
Mientras los hebreos, griegos y otros pueblos de la antigüedad
contaban leyendas sobre algunos pocos hombres que escaparon
del destino de los mortales por que habían recibido una
invitación divina, los antiguos egipcios transformaron ese
privilegio en un derecho. Y no era un derecho universal, ni algo
reservado a los excepcionalmente virtuosos, sino un derecho
restricto al soberano egipcio por el simple hecho de él ocupar el
trono. El motivo, según las tradiciones de Egipto Antiguo, era
que los primeros reyes de aquella tierra no habían sido hombres,
sino dioses. Esas tradiciones egipcias afirmaban que en épocas inmemoriales
los "Dioses del Cielo" llegaron a la Tierra, venidos del Disco
Celestial.
Cuando Egipto sufrió una gran inundación, "un gran
dios que vino (a la Tierra) en el más antiguo de los tiempos"
llegó al país y literalmente lo elevó de bajo las aguas y lodo,
represando el Nilo y haciendo extensas obras de drenaje y
contención. Era por eso que Egipto tenía el nombre de "Tierra Elevada".
Ese antiguo dios se llamaba Ptah : "El Constructor". Se contaba
que él era un gran científico, maestro ingeniero y arquitecto, el
Principal Artífice de los dioses, que hasta había contribuido en
la creación y formación del hombre. Su cayado frecuentemente
era mostrado bajo la forma de una vara graduada, bien parecida
con la usada por los agrónomos modernos en la medición de
tierras.
Según las tradiciones, Ptah se retiró hacia el sur, donde pudo
controlar las aguas del Nilo por intermedio de las compuertas
que hubo instalado en una caverna secreta localizada en la
primera catarata del río (el lugar de la actual presa de Assuán).
Sin embargo, antes de dejar Egipto, Ptah construyó su primera
ciudad sagrada y le dio el nombre de An, en honra al Dios del
Cielo (la bíblica On, que los griegos llamaban Heliópolis). Allí
instaló como primer gobernante divino del país a su propio hijo,
Ra (así llamado en honra del globo celeste).
Ra, un gran "Dios del Cielo y de la Tierra", mandó construir un
santuario especial en An para abrigar el Ben-ben, el "objeto
secreto" que hubo transportado a la Tierra.
THE CELESTIAL DISK AND THE Gods OF EGYPT:
1. Ptah
2. Ra-Amen
3. Thoth
4. Seker
5. Osiris
6. Isis with Horus
7. Nephtys
8. Hathor
The Gods with their attributes:
9. Ra/Falcon
10. Horus/Falcon
11. Seth/Sinai Ass
12. Thoth/Ibis
13. Hathor/Cow
Con el pasar del tiempo, Ra acabó dividiendo el reino entre sus
dos hijos, Osiris y Set, pero el gobierno conjunto de los
hermanos no dio resultado. Set estaba siempre intentando
derrumbar y matar a Osiris. Después de muchas marchas y
contramarchas, Set finalmente consiguió engañar a Osiris
haciéndolo entrar en un ataúd, que inmediatamente mandó sellar
y hundir.
Isis, hermana y esposa de Osiris, consiguió encontrar el
ataúd, que había flotado, yendo a parar a las playas del actual
Líbano. Esta escondió el cuerpo del marido y partió para pedir
ayuda a los otros dioses que podrían resucitar Osiris. Set, sin
embargo, descubrió el cuerpo y lo cortó en pedazos,
dispersándolos por los cuatro puntos de la Tierra. Auxiliada por
su hermana, Néftis, Isis consiguió reunir todos los pedazos
(excepto el falo) y, recomponiendo el cuerpo mutilado del
marido, lo devolvió a la vida.
Osiris, resucitado, fue vivir en el Otro Mundo, entre los otros
dioses celestiales. De él las sagradas escrituras egipcias hablan:
Él adentró los Portones Secretos,
La gloria de los Señores de la Eternidad,
Al lado de aquel que brilla en el horizonte,
En el camino de Ra.
El lugar de Osiris en el trono de Egipto fue asumido por su hijo,
Horus. Cuando él nació, su madre, Isis, lo escondió entre los
juncos del Nilo (exactamente como, según la Biblia, hizo la
madre de Moisés) para mantenerlo fuera del alcance de Set. El
niño, sin embargo, fue picado por un escorpión y murió. Sin
perder tiempo, Isis apeló a Thot, un dios con poderes mágicos,
que acudió en su socorro.
Thot, que estaba en los cielos, vino a la
Tierra en el "Barco de los Años Astronómicos", de Ra, y la
ayudó a traer a Horus de vuelta a la vida.
Al crecer, Horus desafió a Set por el trono. La lucha se extendió
por varios territorios, los dioses persiguiéndose por los cielos.
Horus atacó a Set desde un Nar, término que en el antiguo
Oriente Medio significaba "Pilar Flamante".
Las ilustraciones del
Periodo Pre-Dinástico de Egipto muestran ese coche celestial
como un largo objeto cilíndrico con una cauda parecida con un
embudo y una punta rombuda, de la cual salen rayos, un tipo de
submarino celestial. En la parte delantera, el Nar tenía
dos faros, u "ojos", que, de acuerdo con las leyendas egipcias,
cambiaban de memoria, pasando del azul para el rojo.
Hubo marchas y contramarchas en las luchas, que duraron varios
días. Del Nar, Horus disparó un "arpa" especialmente proyectado
contra Set. Este se quedó herido, perdiendo los testículos, lo que
sólo sirvió para dejarlo aún más furioso. En la batalla final, sobre
la península del Sinaí, Set disparó un rayo de fuego a Horus y
este perdió un "ojo".
Los grandes dioses solicitaron una tregua y
se reunieron en consejo. Después de mucha vacilación e
indecisión, el Señor de la Tierra se decidió a favor de Horus y le
concedió Egipto, declarándolo legítimo heredero de la línea de
sucesión Ra-Osiris. Después de eso, Horus pasó a ser
representado con los atributos del halcón, mientras Set era
mostrado como una deidad asiática, simbolizado por el jumento,
el animal de carga de los nómadas.
El ascenso de Horus al trono unido de las Dos Tierras (Alto y
Bajo Egipto) se mantuvo, a lo largo de toda la historia egipcia,
como el punto donde la realeza recibió su perpetua conexión
divina, pues todo Faraón era considerado sucesor de Horus y
ocupante del trono de Osiris.
Por motivos inexplicados, el gobierno de Horus fue seguido de
un periodo de caos y declive. No se sabe cuanto tiempo él duró.
Finalmente, alrededor de 3,200 a.C., una "raza dinástica" llegó a
la región y un hombre llamado Menés ascendió al trono de un
Egipto reunificado. Fue entonces que los dioses concedieron al
país la civilización y aquello que hoy llamamos religión.
El
reinado iniciado por Menés continuó por 26 generaciones de
faraones hasta la dominación persa en 525 a.C. y después
atravesó los periodos griego y romano (cuando reinó Cleopatra).
Cuando Menés, el primer faraón, estableció el reino unido,
escogió un punto medio del Nilo, un poco al sur de Heliópolis,
para en él instalar la capital de los dos Egiptos. Imitando las
obras de Ptah, mandó hacer un terraplén elevándose por encima
de las aguas del Nilo y en él construyó Menfis, dedicando sus
templos a Ptah. Menfis perduró como centro político-religioso
del país por más de mil años.
Cerca de 2,200 a.C., hubo grandes disturbios en Egipto, cuya
naturaleza no está clara para los estudiosos. Algunos creen que
invasores asiáticos dominaron el país, esclavizando al pueblo y
acabando con la adoración de los dioses. Sea lo que haya restado
de un simulacro de independencia, él fue mantenido en el alto
Egipto, las regiones menos accesibles al sur.
Cuando el orden
fue restaurado, cerca de 150 años después, el poder político-religioso, atributo de la realeza emanaba de Tebas, una antigua
pero no tan imponente ciudad del Alto Egipto, a los márgenes del
Nilo.
El dios de Tebas era llamado Amen ( "El Oculto"), el Amón que
Alexander consideraba su divino padre. Como deidad suprema,
era adorado como Amen-Ra, "El Ra Oculto", y no está bien claro
si era el mismo antiguo Ra, ahora de alguna forma invisible u
"oculto", u otra divinidad cualquiera.
Los griegos llamaban a Tebas de Dióspolis, "La Ciudad de
Zeus", pues igualaban a Amón al supremo dios del Olimpo,
hecho que hizo más fácil para Alexander conectarse a Amón. Fue
para Tebas que él se apresuró a ir después de recibir la
confirmación del oráculo en el oasis de Siwa.
En Tebas y sus alrededores (ahora conocidos como Karnak,
Luxor y Deir-el-Bahari), Alexander encontró los santuarios y
templos dedicados a Amón, que continúan impresionantes hasta
el día de hoy, a pesar de que están en ruinas. En su mayoría, esos
monumentos fueron construidos por los faraones de la 12ª
Dinastía, uno de los cuáles probablemente era "Sesonchusis",
que hubo buscado el Agua de la Vida 1,500 años antes del rey de
la Macedonia.
Uno de los templos colosales fue erigido por la
reina Hatshepsut, que también tenía la fama de ser hija del dios
Amón.
Esas alegaciones de parentesco divino no eran raras. La
reivindicación del faraón al estado de divinidad, basado en el
simple hecho de ocupar el trono de Osiris, a veces era ampliada
con el fundamento de que el gobernante era hijo o hermano de
este o de aquel dios o diosa.
Los estudiosos consideran que esas
afirmaciones sólo tienen significado simbólico, pero algunos
faraones, como tres reyes de la 5ª Dinastía garantizaban que
eran físicamente hijos de Ra, engendrados por él a través de la
fecundación de la esposa del alto sacerdote de su templo.
Otros reyes atribuían su descendencia de Ra a medios más
sofisticados. Se decía que el dios se incorporaba en el faraón
reinante y, a través de ese subterfugio, podía tener relaciones
sexuales con la reina. Así, el heredero del trono podía afirmar ser
descendiente directo de Ra. Pero, además de esas pretensiones
específicas de un origen divino, todos los faraones eran
teológicamente considerados la encarnación de Horus y así, por
extensión, hijos de Osiris. En consecuencia, el faraón tenía
derecho a la vida eterna exactamente de la manera
experimentada por Osiris: resurrección después de la muerte, una
Otra Vida. Era a ese círculo de dioses y faraones semi-divinos que
Alexander ansiaba unirse.
La creencia era que Ra y los otros inmortales conseguían vivir
para siempre porque estaban siempre rejuveneciéndose. Así, los
faraones recibían nombres significando, por ejemplo, "Aquel que
Repite Nacimientos" o "Repetidor de Nacimientos". Los dioses
rejuvenecían ingiriendo comida y bebida divinas en su domicilio.
Por lo tanto, para que el rey conseguiera una Otra Vida, esta vez
eterna, necesitaría unirse a los dioses en su morada, para que
también se alimentara del divino sostén.
Los antiguos encantamientos apelaban a los dioses para que
compartieran con el faraón su comida divina: "Lleven este rey
con vosotros para que él pueda comer lo que coméis, beber lo
que bebéis, vivir donde vivís". Y, más específicamente, como
está escrito en la pirámide del faraón Pepi:
Dad sostén a este rey Pepi
De vuestro eterno sostén,
Vuestra eterna bebida.
El fallecido faraón esperaba encontrar ese sostén en el reino
celestial de Ra, en la "Estrella Inmortal". Allá, en un mítico
"Campo de las Ofrendas" o "Campo de la Vida", crecía la
"Planta de la Vida". Un texto de la pirámide de Pepi I lo describe
pasando por guardias con la apariencia de "pájaros
emplumados", para ser recibido por los emisarios de Horus. Con
ellos:
Él viajó para el Gran Lago,
Junto a lo cual descienden los Grandes Dioses.
Los Grandes de la Estrella Inmortal
Dan a Pepi la Planta de la Vida
De la cual ellos viven,
Para que él también pueda vivir.
Las representaciones egipcias muestran al fallecido (a veces con
su esposa) en ese paraíso celestial, bebiendo el Agua de la Vida,
de la cual nace la Planta de la Vida, bajo la forma de datilera, con
sus frutos donantes de vida.
El destino celestial del rey muerto era el lugar de nacimiento de
Ra, al cual éste había vuelto después de su muerte en la Tierra.
Allá el propio dios era siempre rejuvenecido o "despertado de
nuevo" porque periódicamente la Diosa de los Cuatro Jarros le
servía un cierto elixir. Así, la esperanza del faraón era ser servido
del mismo elixir por la diosa, para "con él refrescar su corazón
para la vida".
En cuanto a Osiris, él se rejuvenecía bañándose en
el Agua de la Juventud. Por eso, fue prometido a Pepi I que
Horus "te contará una segunda estación de juventud" y "renovará
tu juventud en las aguas que tienen el nombre de Agua de la
Vida".
Después de ganar una nueva vida y hasta quedarse rejuvenecido,
el faraón llevaría una existencia paradisíaca: "Su provisión es
entre los dioses: su agua es vino, como el de Ra. Cuando Ra
come, da a él; cuando Ra bebe, da a él". Y, con un toque de
psicoterapia del siglo XX, el texto añade: "Él duerme
profundamente todos los días... pasa mejor hoy que ayer".
El faraón parecía poco preocupado con la paradoja de que
primero tendría que morir para entonces conseguir la
inmortalidad. Como gobernante de las Dos Tierras de Egipto, él
gozaba de la mejor vida posible en la Tierra. Aún así, la
resurrección entre los dioses era una perspectiva muy atractiva.
Además de eso, solamente su cuerpo físico sería embalsamado y
emparedado, pues los egipcios creían que cada persona poseía un
Ba, algo semejante a lo que llamamos "alma", que, como un
pájaro, subía a los cielos después de la muerte, y también un Ka,
en general traducido por Doble, Espíritu Ancestral, Esencia o
Personalidad, y era bajo esas formas que el faraón se veía
trasladado para la Otra Vida.
Samuel Mercer, en su introducción
para los Textos de las Pirámides, concluyó que Ka significaba la
personificación mortal de un dios. En otras palabras, el concepto
sugería la existencia de un elemento divino en el hombre, un mundo.
Pero, si otra vida era posible, no era nada fácil obtenerla. El
fallecido rey tenía que viajar por una larga y desafiadora
carretera, y someterse las largas y elaboradas ceremonias antes
de ponerse a camino.
La deificación del faraón comenzaba con su purificación e
incluía el embalsamamiento (momificación) para él quedar como
Osiris, con todos los miembros amarrados por ataduras. El
cuerpo embalsamado entonces era llevado en una procesión
fúnebre hasta una edificación encimada por una pirámide,
delante de la cual había un pilar oval.
Dentro de ese templo funerario, los sacerdotes conducían rituales
pidiendo la aceptación del faraón por los dioses al final del viaje.
El rito, llamado en los textos fúnebres egipcios de "Apertura de
la Boca", era supervisado por un sacerdote Shem, siempre
mostrado vistiendo una piel de leopardo. Los estudiosos
creen que el ritual era literalmente lo que dice su nombre: el
sacerdote, usando una herramienta curva de cobre o hierro, abría
la boca de la momia o de una estatua representando al faraón.
Sin embargo, está claro que el ritual era primariamente
simbólico, con el objetivo de abrir para el muerto la "boca" o
entrada de los cielos.
A esa altura la momia estaba envuelta en muchas capas de
ataduras de lino y cubierta por la máscara fúnebre de oro. Así,
tocar su boca (o de la estatua) sólo podía ser un acto simbólico.
De hecho, el sacerdote no se dirigía al fallecido, sino a los
dioses, pidiéndoles para "que abran la boca" para que el faraón
pueda ascender a la vida eterna. Eran hechos también
llamamientos especiales al "Ojo" de Horus, perdido en la batalla
con Set, para él procurar la "Apertura de la Boca", de modo que
fuera abierto "un camino para el rey entre los Luminosos, para
que él pueda establecerse entre ellos".
La tumba terrestre del faraón (y así, por conjetura, sólo temporal), según los textos y descubrimientos arqueológicos, tenía una
puerta falsa en su lado este, o sea, la argamasa era asentada de
modo de dar la impresión de la existencia de una puerta, pero
allí, en realidad, había una pared sólida. Purificado, con los
miembros amarrados y la "boca" abierta, el faraón entonces era
visualizado levantándose, sacudiendo la poeira de la Tierra y
saliendo por la puerta falsa.
Según un relato en los Textos de las
Pirámides que describe el proceso de resurrección paso a paso, el
faraón no podía atravesar la pared solo. "Tú estás delante de la
puerta que contiene las personas hasta él, que es el jefe del
departamento" (un mensajero divino encargado de esa tarea),
"viene a tu encuentro. Él te coge por el brazo y te lleva hacia el
Cielo, hacia tu padre.”
Así, auxiliado por un mensajero divino, el faraón salía de la
tumba lacrada por la puerta falsa. Y los sacerdotes cantaban: "El
rey está camino del cielo! El rey está camino del cielo!”
El rey está a camino del Cielo,
El rey está a camino del Cielo,
En el viento, en el viento.
Él no es impedido;
No hay nadie para contenerlo.
El rey está sólo, hijo de los dioses.
Su pan vendrá del alto, con Ra.
Su ofrenda saldrá de los cielos.
El rey es aquel "Que Vuelve de Nuevo".
Sin embargo, antes de que el faraón subiera al Cielo para comer y
beber con los dioses, necesitaba emprender un arduo y peligroso
viaje. Su meta era un país llamado Neter-Khert, "La Tierra de los
Dioses de la Montaña". Ese lugar a veces era pictóricamente
escrito en jeroglíficos colocándose el símbolo para Dios (Neter)
sobre una balsa, pues, de hecho, para alcanzar esa tierra el faraón
tenía que atravesar un largo y tortuoso lago de Juncos. El área
pantanosa sería vencida con la ayuda de un Barquero Divino. Sin
embargo, antes de transportar al muerto, él lo interpelaba sobre
sus orígenes: ¿Qué lo hacía pensar que tenía el derecho de
atravesar el lago? ¿Sería realmente hijo de un dios o diosa?
Después del lago, de un desierto y una cadena de montañas,
pasando por dioses guardianes, el rey llegaba al Duat, la mágica
"Morada para Subir a las Estrellas", cuya localización y nombre
vienen confundiendo los estudiosos hace mucho tiempo. Algunos
piensan que se trataba del Otro Mundo, la Morada de los
Espíritus, para el cual el rey, tal como Osiris, debería ir.
Otros
afirman que él era un Mundo Subterráneo y, de hecho, muchas
de las escenas que lo describen muestran un laberinto de túneles,
cavernas con dioses que no pueden ser vistos, pozas de agua
hirviente, luces fantasmagóricas, cámaras guardadas por pájaros
y puertas que se abren solas. Esa tierra mágica poseía doce
divisiones y era atravesada en doce horas.
El Duat siempre fue motivo de perplejidad para los eruditos,
porque a pesar de su naturaleza terrestre (era alcanzado a través
de un pasaje en las montañas) y características subterráneas, en
jeroglíficos su nombre era escrito con la utilización de una
estrella o halcón alzando vuelo como símbolos determinativos o
simplemente con una estrella dentro de un círculo indicando una
asociación celestial.
Por más confusos que sean, los Textos de las Pirámides, a lo que
sigan el adelanto del faraón al largo de su vida, muerte,
resurrección y translación para una Otra Vida, consideraban
como el mayor problema humano la incapacidad de volar como
los dioses. Uno de ellos resume ese problema y su solución en
dos sentencias: "Los hombres son enterrados, los dioses vuelan
hacia lo alto. Hagan que este rey vuele hacia el cielo (para
quedarse) entre sus hermanos, los dioses".
Un texto de la
pirámide del faraón Teti expresaba la esperanza del faraón y sus
llamamientos a los dioses en las siguientes palabras:
Hombres se caen,
Ellos no tienen Nombre.
Cojan vuestro Teti por los brazos.
Lleven el rey Teti para el cielo,
Para él no morir en la Tierra entre los hombres.
Y, así, cabía al faraón recorrer los laberintos subterráneos hasta
conseguir encontrar a un dios que cargaba el Árbol de la Vida y
uno que era el "Arauto del Cielo". Ellos abrirían las puertas
secretas y lo llevarían hasta el Ojo de Horus, una escalera
celestial por la cual entraría en un objeto capaz de cambiar de
memoria, pasando de azul para rojo cuando era "potenciado".
Entonces, él transformado en el dios-halcón, subiría a los cielos
para su Otra Vida en la Estrella Inmortal. Allá, el propio Ra le
daría la bienvenida.
Los Portones del Cielo están abiertos para ti;
Las puertas del Lugar Fresco están abiertas para ti.
Tú encontrarás a Ra parado allí, esperando por ti.
Él tomará tu mano,
Él te llevará para el Doble Santuario del Cielo;
Él te colocará en el trono de Osiris...
Tú te quedarás en pie, amparado, equipado como un dios...
Entre los Eternos, en la Estrella Inmortal.
Mucho de lo que actualmente se sabe sobre el tema vino de los
Textos de las Pirámides, miles de versos agrupados en
centenares de Elocuciones que fueron descubiertos grabados o
pintados (en la escritura geroglífica de Egipto Antiguo) en las
paredes, pasajes y galerías de las pirámides de cinco faraones:
Unas, Teti, Pepi I, Merenra y Pepi II, que reinaron entre 2,350 y
2,180 a.C. Esos textos fueron organizados y numerados por Kurt
Sethe en su magnífica obra Die altaegyptischen Pyramidentexte,
que hasta hoy permanece como la más importante fuente de
referencia sobre el asunto, junto con su contrapartida en inglés,
The Pyramid Texts, de Samuel A. B. Mercer.
Los miles de versos que componen los Textos de las Pirámides
parecen ser sólo una colección de invocaciones repetitivas,
desconectas las unas de las otras, con súplicas a los dioses y
exaltación de los reyes. Para obtener algún sentido de todo ese
material, los eruditos elaboraron teorías sobre un cambio de
teologías en Egipto Antiguo, con un conflicto y posteriormente
una fusión entre una "religión solar" y una "religión celeste",
entre un culto de Ra y uno de Osiris, y así por delante,
destacando que estamos lidiando con material que se acumuló a
lo largo de milenios.
Para los estudiosos que encaran esa masa de versos como
expresiones de mitologías primitivas, fruto de la imaginación de
personas que se estremecían de pavor al oír el trueno o viento
rugiendo y llamaban a esos fenómenos naturales de "dioses",
esos versos continúan tan confusos como siempre. Sin embargo,
hay un punto sobre el cual no existen dudas: todos concuerdan
que esos textos fueron extraídos por los escribas de la época, de
escrituras más antiguas y aparentemente bien organizadas,
coherentes e inteligibles.
Inscripciones posteriores en sarcófagos y ataúdes, y también en
papiros (estos, en general, acompañados de ilustraciones),
comprueban que los versos, Elocuciones y Capítulos, con títulos
como "Capítulo de aquellos que ascienden", fueron copiados del
"Libro de los Muertos", como" Aquel que está en el Duat", "El
Libro de los Portones" o "El Libro de los Dos Caminos".
Los
peritos creen que, por su parte, esos "libros" eran versiones de
dos obras básicas anteriores: viejos escritos que trataban de la
jornada celestial de Ra y una fuente posterior a ellas enfatizando
la bienaventuranza en la Otra Vida para aquellos que se unieran a
Osiris resucitado. Ambas hablaban de comida, bebida y placeres
en la Morada Celestial. Versos de esas antiguas obras solían
también ser grabados en talismanes para que propiciaran al
usuario "unión con mujeres noche y día" o "antojo de mujeres"
todo el tiempo.
Las teorías académicas, sin embargo, dejan sin explicación los
aspectos más intrigantes de las informaciones ofrecidas por esos
textos. El Ojo de Horus, por ejemplo, era un objeto que existía
independientemente del dios, siendo algo en cuyo interior el faraón podía entrar y que cambiaba de colores, yendo del azul
hacia el rojo, cuando era "potenciado". Hay también balsas autopropelidas,
puertas que se abren solas, dioses de rostros
brillantes que no pueden ser vistos.
En el Mundo Subterráneo,
supuestamente habitado solamente por espíritus, son mostrados"cabos de cobre" y "puentes levadizos". Y el más intrigante
aspecto de todos: ¿por qué, si la transmigración del faraón lo
llevaba hacia el Mundo Subterráneo, los textos afirman que "el
rey está yendo hacia el Cielo?”
En el conjunto, los versos indican que el rey está siguiendo el
camino de los dioses, atravesando un lago de la misma manera
que un dios lo hizo anteriormente, usando un barco como el de
Ra y ascendiendo "equipado como un dios", tal como Osiris etc,
etc. Entonces, se nos ocurren las preguntas: ¿y si esos textos no
eran fantasías primitivas, mera mitología, sino relatos sobre un
viaje simulado, donde el fallecido faraón era visualizado
imitando lo que los dioses realmente habían hecho? ¿No serían
esos textos copias (con la sustitución del nombre de los dioses
por el del rey) de escrituras más antiguas, tratando de los viajes
de dioses, no de faraones?
Uno de los más famosos egiptólogos del pasado, Gaston
Maspero (L'Archéologie Égyptienne y otras obras), analizando
los Textos de las Pirámides con base en la forma gramatical y
otros indicios, sugirió que ellos se originaron en los inicios de la
civilización egipcia, tal vez incluso antes del surgimiento de la
escritura con jeroglíficos. Más recientemente, J. H. Breasted, en
Development of Religion and Thought in Ancient Egypt
(Desarrollo de la Religión y Pensamiento en Egipto Antiguo),
concluyó que no resta duda de que existió un material más
antiguo, lo poseamos o no. Él encontró en los textos
informaciones sobre condiciones de civilización y eventos que
confirman la veracidad de los textos como transmisores de
informaciones reales y no meras fantasías. "Para alguien de
imaginación activa", dice Breasted, "ellos abundan en cuadros de
un mundo hoy muy desaparecido, del cual son sólo un reflejo.”
Vistos como un todo, los textos e ilustraciones posteriores
describen un viaje a un reino que comienza al nivel del suelo,
prosigue para el subsuelo y termina en una apertura por la cual
los dioses (y los reyes que los imitaban) eran lanzados
en dirección al Cielo. De ahí la connotación geroglífica
combinando un lugar subterráneo con una función celestial.
¿Tendrán los faraones, saliendo de sus sepulcros para la Otra
Vida, realmente ese camino hacia el cielo? Los propios antiguos
egipcios afirmaban que el viaje no era para ser hecho por el
cadáver momificado, sino por el Ka (Doble) del rey. Sin
embargo, ellos visualizaron ese Doble realizando un avance real
por lugares que creían que verdaderamente existían.
Entonces, si los textos reflejan un mundo que existió, el viaje del
faraón para la inmortalidad, aunque siendo una imitación, no
estaría siguiendo paso a paso viajes verdaderos hechos en épocas
prehistóricas?
Sigamos esos pasos; entremos en el Camino de los Dioses.
- "El presente surge del pasado, el pasado es el futuro".
Zecharia Sitchin
- "Tanto la Biblia Hebrea como el Nuevo Testamento afirman que los secretos del futuro están arraigados en el pasado, que el destino de la Tierra está conectado en los cielos".
Zecharia Sitchin
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