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El Verdadero Origen de la Humanidad

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1
Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1
Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1

Esta sección está basada principalmente en los descubrimientos del sabio Zecharia Sitchin sobre la historia de nuestro planeta y el origen y desarrollo de la Humanidad. Sitchin nos dejó un legado invaluable de 15 libros de su serie: "Crónicas de la Tierra", basados en la Biblia, las tablillas de arcilla, los mitos de la antigüedad y los descubrimientos arqueológicos.

Zecharia Sitchin fue un gran arqueólogo y profundo conocedor del hebreo, de las lenguas semíticas y europeas, del Antiguo Testamento y de la Historia y la Arqueología del Oriente Próximo. Fue además uno de los pocos eruditos que entienden el Sumerio. Sitchin estudió en la London School of Economics and Political Science, y se licenció en la Universidad de Londres. Sus obras han sido traducidas a 14 idiomas, publicadas en ediciones de bolsillo y hasta en Braille para invidentes.

La escalera al Cielo

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1

Capítulo 8
Caballeros de las nubes

A buen seguro, el viaje de Gilgamesh en búsqueda de la inmortalidad fue la fuente original de las muchas leyendas que surgieron los milenios subsecuentes sobre dioses, semi-dioses o héroes de supuesto origen divino que, como él, partieron para encontrar el paraíso terrestre o la Morada Celestial de los Dioses.

Además de eso, nadie discute que la Epopeya de Gilgamesh sirvió como una guía para los aventureros de todas las épocas que intentan encontrar los marcos de la antigüedad que indicarían la localización de la Tierra de los Vivos y el camino para alcanzarla. Las similaridades entre los marcos geográficos, los túneles hechos por la mano del hombre (los dioses), pasillos, cerraduras neumáticas y cámaras de radiación; los seres con aspecto de pájaros, los "Águilas", así como otros detalles de mayor o menor importancia, son numerosos y demasiado idénticos para que sean meras coincidencias. Al mismo tiempo, la Epopeya de Gilgamesh puede explicar la confusión que reinó a lo largo de milenios sobre la localización del ansiado blanco.

Como vimos pormenorizadamente en el capítulo anterior, Gilgamesh no hizo sólo un viaje, sino dos, un hecho en general ignorado por los estudiosos modernos y tal vez también por los antiguos.

El drama del rey que no quería morir alcanza su clímax en la Tierra de Tilmun, la Morada de los Dioses y Lugar de los Shem. Fue allá que él encontró un ancestro que hubo escapado del destino de los mortales y la planta de la eterna juventud. Y fue allí también que ocurrieron, a lo largo de milenios, otros encuentros divinos y eventos que afectaron el curso de la Historia de la Humanidad.Y era allá, creo, que quedaba el Duat, la Escalera al Cielo.

Sin embargo, ese no era el destino del primer viaje de Gilgamesh, como podemos entender acompañando sus pasos en la secuencia correcta. Cuando él partió por primera vez en búsqueda de la inmortalidad, su idea no era alcanzar Tilmun, sino el Lugar de Aterrizaje, en la Montañas de los Cedros, dentro de la grande Floresta de Cedros.

Estudiosos como S. N. Kramer en The Sumerians consideran "crípticas y enigmáticas" las afirmaciones sumerias de que Shamash podía "erguirse" no sólo de Tilmun, sino también de la Tierra de los Cedros. La respuesta es que, además del espaciopuerto en Tilmun, del cual se podían alcanzar los cielos más lejanos, había un Lugar de Aterrizaje de donde los dioses podían "escalar el firmamento de la Tierra". Esa respuesta es apoyada por mi conclusión de que los dioses poseían dos tipos de naves: los GIR o cohetes, operados en Tilmun, y los MU, como eran llamadas por los sumerios las "Cámaras Celestiales".

Comprobando el alto nivel tecnológico de los Nefilim, la parte superior del GIR, es decir, el Módulo de Comando llamado por los egipcios Ben-Ben, podía separarse y volar por el cielo terrestre como un MU. Los pueblos de la Antigüedad veían los GIR en sus silos e incluso volando, pero retrataban con mayor frecuencia las "Cámaras Celestiales", vehículos que actualmente llamaríamos Ovnis (Objetos Voladores No Identificados).

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Capitulo 8

La Rueda Voladora del profeta Ezequiel es descrita como teniendo una forma muy semejante a la mostrada en los dibujos asirios de un dios volador recorriendo los cielos al nivel de las nubes, dentro de una "Cámara Celestial" esférica.

Representaciones encontradas en un antiguo sitio de la Jordania de Jericó sugiere que para aterrizar esos vehículos esféricos extendían tres piernas. Uno de ellos podría ser también el torbellino flamante en el cual el profeta Elías fue arrebatado hacia los cielos.

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Tal como las "Águilas" sumerias, los dioses voladores de la antigüedad eran retratados poseyendo alas. Esos seres alados son la raíz de la aceptación judaico-cristiana de la existencia de querubines y ángeles, literalmente: "emisarios del Señor".

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Tilmun, entonces, era la localización del espacio-puerto. En la Montaña de los Cedros quedaba el "Lugar de Aterrizaje", la "Encrucijada de Ishtar", el "aeropuerto" de los dioses. Y fue primero para ese lugar que Gilgamesh dirigió sus pasos.

Aunque la identificación y la localización de Tilmun sean una empresa bastante difícil, prácticamente no existen problemas para situar la Floresta de Cedros. Con excepción de ocurrencias subsidiarias en la isla de Chipre, sólo existe una única región con ese tipo de árbol en todo el Oriente Medio: las montañas de Líbano. Esos magníficos cedros, que llegan a alcanzar una altura de 46 metros, fueron repetidamente exaltados en la Biblia y su singularidad era reconocida por todos los pueblos de la antigüedad.

Como atestiguan las narrativas bíblicas y de otras regiones del Oriente Medio, los cedros de Líbano eran reservados para la construcción y decoración de los templos (casas de los dioses), práctica pormenorizadamente descrita en Reyes I, en los capítulos que tratan de la construcción del templo de Jerusalén por Salomón. Después de que el Dios Yahveh se quejó: "¿Por qué no me construyes una Casa de Cedro?"

El Dios bíblico parecía bien familiarizado con los cedros y frecuentemente los empleaba en sus alegorías, comparando gobernantes y naciones con esos árboles: "La Asiria era un cedro de Líbano, con bellas ramas, sombra protectora y gran estatura... las aguas lo nutrían, ríos subterráneos le proporcionaban altura", hasta que la ira de Yahveh la hizo tumbar, quebrándole las ramas.

Todo indica que el hombre jamás fue capaz de cultivar esos árboles. La Biblia registra una tentativa fracasada. Atribuyéndola a un rey de la Babilonia (factual o alegóricamente), cuenta que "Él vino a Líbano y cogió la más alta rama del cedro", retirando de él la mejor semilla, que "plantó en un campo fértil, junto a grandes aguas". Pero lo que creció no fue un cedro, sino un árbol pequeño semejante a un sauce, "una trepadera de baja estatura".

El Señor bíblico, por su lado, conocía el secreto del cultivo de los cedros:

Así dijo el Dios Yahveh:
De la cresta del cedro,
de las ramas más altas,
un brote blando cogeré.
Yo lo plantaré en una alta y ardua montaña...
Y él pondrá ramas y generará frutos,
y se hará un poderoso cedro.

Ese conocimiento, aparentemente, derivaba del hecho de que los cedros crezcan en el "Pomar de los Dioses", donde ningún árbol se igualaba a él, que era "la envidia de todos los árboles que existían en el Edén, el jardín de los dioses". El término hebraico Gan (pomar, jardín), por derivar de la raíz gnn (proteger, guardar), transmite el sentido de una área guardada y restringida, el mismo percibido por el lector de la narrativa de Gilgamesh, que habla de una floresta que se extiende "por muchas leguas", vigilada por un Guerrero Flamante ("un terror para los mortales"), accesible solamente a través de un portón que paralizaba al intruso que lo tocaba. Dentro de ella quedaba la "morada secreta de los Anunnaki". Un túnel llevaba al "recinto en el cual son emitidas las palabras de comando", el "lugar subterráneo de Shamash".

Gilgamesh casi consiguió llegar al Lugar de Aterrizaje, pues tenía el permiso y el apoyo de Shamash. Pero la ira de Ishtar, furiosa por haber sido repelida en sus avances amorosos, cambió completamente el curso de los acontecimientos. Ya otro rey mortal, según el Viejo Testamento, tuvo mejor suerte. Ese hombre era el soberano de Tiro, una ciudad-estado en la costa de Líbano, a poca distancia de la Montaña de los Cedros. La deidad (como es contado en el Capítulo 28 del Libro de Ezequiel) le permitió visitar la Montaña Sagrada:

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Capitulo 8

Estuviste en el Edén,
piedras preciosas eran tu mata...
Eres un querubín ungido, protegido;
te coloqué en la Montaña Sagrada.
Como un dios estabas,
moviéndose dentro de piedras flamantes.

Gilgamesh buscó entrar en el Lugar de Aterrizaje sin ser invitado de los dioses. El rey de Tiro no solamente obtuvo el permiso para visitar el lugar, sino que también fue llevado a pasear en las "piedras flamantes", volando como un querubín. Como resultado de eso, él decía: "soy un dios, en la Morada de la Deidad me senté, en medio de las aguas". Ezequiel debería informarlo de que, a causa de esa arrogancia, él iría a morir como un pagano en las manos de extraños.

Vemos, así, que tanto los hebreos de los templos bíblicos como sus vecinos del norte conocían la localización y naturaleza del Lugar de Aterrizaje en la Montaña de los Cedros que Gilgamesh intentó penetrar el milenio anterior a ellos. No se trata, por lo tanto, de un lugar "mitológico", y sí de un lugar muy real, citado en textos y mostrado en dibujos, confirmando su existencia y funciones.

En el cuento sobre el rey que intentó plantar un cedro, el Viejo Testamento relata que él "cargó una pequeña rama para un país de comercio" y plantó la semilla "en una ciudad de mercaderes". Países y ciudades de ese tipo no necesitan ser buscados muy lejos, pues a lo largo de la costa de Líbano, desde la Anatolia, al norte, hasta el sur de la Palestina, había muchas ciudades litorales cananeas cuya riqueza y poder crecían con el comercio internacional. Las más conocidas a través de los relatos bíblicos son Tiro y Sidon. Centros de comercio y navegación durante milenios, su fama alcanzó el auge en la época en que eran gobernadas por los fenicios.

Otra ciudad, tal vez el puesto más avanzado de los cananeos junto a la frontera con El Imperio Hitita, pasó milenios enterrada sobre un monte después de su destrucción por invasores asirios. Sus ruinas fueron descubiertas por casualidad en 1928, cuando un labrador se puso a arar un nuevo campo de cultivo cerca del monte llamado Ras Shamra. Las extensas excavaciones que siguieron revelaron a la antigua ciudad de Ugarit. Entre los espectaculares descubrimientos estaban un gran palacio, un templo dedicado al dios Baal (El Señor) y una variedad de artefactos.

Sin embargo, el verdadero tesoro eran centenares de tablas de arcilla, con inscripciones en escritura cuneiforme, en lengua "semita occidental", emparentada con el hebraico bíblico. Las tablas, cuyo contenido fué presentado a lo largo de varios años por Charles Virollaud en el periódico científico Syria, quitaron de una relativa oscuridad a los cananeos, su vida, sus costumbres y dioses.

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En el tope del panteón cananeo estaba una divinidad suprema llamada EL, una palabra que en el hebraico bíblico era el término genérico para "deidad", teniendo como origen la palabra acadia Ilu, que significa literalmente "El Altísimo". Sin embargo, en los cuentos cananeos sobre hombres y dioses, EL era el nombre personal de una deidad real, la autoridad final en todas las cuestiones, fueran de naturaleza divina o humana.

EL era tanto el padre de los dioses como el Ab Adam (padre de los hombres) y tenía como epítetos "El Bondadoso" y "El Misericordioso". EL también era "el creador de las cosas creadas" y "el único que podía conceder realeza".

Una estela encontrada en la Palestina muestra a EL sentado en su trono y siendo servido de bebida por una deidad más joven, probablemente uno de sus muchos hijos. Él usa el tocado cónico, con cuernos, la marca registrada de los dioses en todo el Oriente Medio de la Antigüedad, y la escena es dominada por el omnipresente Globo Alado, el emblema del Planeta de los Dioses.

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En los "viejos tiempos", EL era la principal deidad del Cielo y de la Tierra, pero en la época en que tuvieron lugar los eventos relatados en las tablas cananeas, el dios vivía en una semijubilación, ajeno a las cuestiones cotidianas. Su morada estaba "en las montañas", junto a los "dos afluentes iniciales", donde se sentaba en un pabellón recibiendo emisarios, presidiendo consejos de los dioses e intentando resolver las constantes disputas entre los dioses más jóvenes. Muchos de estos eran sus hijos y algunos textos sugieren que EL tenía setenta de ellos. De estos, treinta eran de su consorte oficial, Asherah y los otros hijos eran de una variedad de concubinas divinas y hasta humanas.

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Un texto poético cuenta que dos mujeres vieron a EL desnudo mientras paseaban en la playa y se quedaron encantadas con el tamaño de su pene, caso que terminó con cada una de ellas procreando un hijo del dios. Ese atributo de EL está bien visible en una moneda fenicia que lo muestra como un dios alado.

Sin embargo, los principales descendientes de EL eran tres hijos y una hija: los dioses Yam (Mar, Océano), Baal (El Señor) y Mot (Golpeador, Aniquilador), y la diosa Anat (La que respondió). Por los nombres y relación, ellos se comparan con los dioses griegos Poseidón (Dios de los Mares), Zeus (Señor de los Dioses) y Hades (Dios del Mundo Inferior).

Baal, como Zeus, estaba siempre armado con un rayo-misil y tenía el toro como símbolo de su culto. Cuando Zeus luchó contra Tifón, fue su hermana, Atena, Diosa del Amor y de la Guerra, la única que lo apoyó.

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En las leyendas egipcias solo Isis se quedó al lado del hermano-marido, Osiris. Lo mismo aconteció cuando Baal entró en lucha con sus dos hermanos. Solamente su hermana-amante, Anat, vino en su auxilio. Como Atena, ella era al mismo tiempo “La Doncella", muchas veces exhibiendo su belleza desnuda, y la Diosa de la Guerra, teniendo un león como símbolo de su bravura. En el Viejo Testamento ella es llamada Astarot o Astarté.

Los vínculos con las creencias y recuerdos de los tiempos prehistóricos egipcios son tan obvios como con los de Grecia. Osiris fue resucitado por Isis después de que ella encontró sus restos en la ciudad cananea de Biblos. De la misma forma, Baal fue traído de vuelta a la vida después de ser golpeado por Mot. Set, el adversario de Osiris, en las escrituras egipcias a veces era llamado "Set de Safon". Baal, como vemos, ganó el título de "Señor de Zafon".

Los monumentos egipcios del Nuevo Imperio, que se equipara al periodo cananeo, muchas veces mostraban a los dioses cananeos como deidades egipcias, llamándolos Min, Reshef, Cades y Anthat. De esa forma, encontramos las mismas leyendas aplicándose a los mismos dioses, a pesar de los
nombres diferentes, en todo el mundo antiguo

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Los eruditos destacaron que todas esas leyendas eran ecos, si no versiones, de los otros sumerios originales y mucho más antiguos, hablando no sólo sobre la búsqueda de la inmortalidad, sino también de amor, muerte y resurrección entre los dioses. En su conjunto, esos cuentos están repletos de episodios, detalles, epítetos y enseñanzas que también constan en el Viejo Testamento, evidenciando un lugar en común (Canan), tradiciones en común y versiones originales en común.

Un texto de ese tipo es la historia de Daniel (Dan-El, el "juez de El", Daniel en hebraico), un jefe virtuoso, que no conseguía tener un heredero legítimo. Afligido, Daniel rogó a los dioses que le dieran un hijo, para que cuando él muriera ese hijo pudiera erigir una estela en su memoria en Cades. A partir de esa palabra podemos conjeturar que el área de los eventos de la leyenda era la región donde el Canán del Sur (el Neguev) se mezclaba con la península del Sinaí, pues era allá que quedaba la ciudad de Cades (La Sagrada).

Cades formaba parte del territorio del patriarca bíblico Abraham y el cuento cananeo sobre Daniel está repleto de similaridades con la historia de la Biblia sobre el nacimiento de Isaac, hijo de Abraham y Sara, ambos muy ancianos.

En un relato muy parecido con el que está en el Libro del Génesis, leemos en el cuento cananeo que Daniel, envejeciendo sin haber generado un heredero, vio presentarse una oportunidad de conseguir auxilio divino cuando dos dioses llegaron a la su casa. "De ahí en delante... él da ofrendas para que los dioses coman, ofrendas para que Los Santos beban." Los divinos huéspedes, que eran El, "El Administrador de la Cura", y Baal, se quedan en la casa de Daniel por una semana, durante la cual este repite constantemente su súplica. Finalmente, Baal resuelve apoyar a Daniel, "aproximándose a El con sus llamamientos". Cediendo a las súplicas, El "por la mano toma a su siervo" y le concede "espíritu", por lo cual la virilidad de Daniel es restaurada:

Con el hálito de la vida Daniel es estimulado...
Con el hálito de la vida él es revigorizado.

El promete un hijo para el descreído Daniel. Monta tu cama, dice, besa tu mujer, abrázala... "por la concepción y embarazo ella dará a luz un hijo hombre para Daniel". Y, tal como acontece en la narrativa bíblica, la matriarca genera un heredero legítimo, lo que garantiza la sucesión. Los padres le dan el nombre de Aqhat; los dioses lo apodan de Naaman (El Agradable). Cuando el niño se hace un muchacho, el Artífice de los Dioses lo regala con un arco inigualable, lo que despierta la envidia de Anat, que desea poseer esa arma mágica. Para obtenerla, la diosa promete a Aqhat cualquier cosa que a él le gustaría tener: oro, plata, incluso la inmortalidad:

Pida la vida, ó Aqhat, el joven...
Pida la vida y yo ella te daré.
Inmortalidad (pieza), y yo te concederé.
Con Baal te haré contar los años;
Con los hijos de El contarás los meses.

Además de vivir tanto como los dioses, prometió la diosa, el muchacho también sería invitado a juntarse a ellos en la ceremonia de Donación de Vida.

Y Baal, cuando concede la vida, una fiesta ofrece;
Un banquete hace para aquel que recibió vida.
Le sirve una bebida, canta y entona dulcemente para él.

Pero Aqhat no cree que el hombre pueda escapar de su destino y no desea separarse del arco:

No mientas, ó doncella...
Para un héroe, tus mentiras son despreciables.
¿Cómo puede un mortal adquirir una otra vida?
¿Cómo puede un mortal la eternidad obtener?
La muerte de todos los hombres moriré;
Sí, con certeza pereceré.

El muchacho también le recuerda a Anat que el arco fue hecho para guerreros como él y no para ser usado por mujeres. Insultada, Anat "atraviesa la Tierra" hasta la morada de El, pretendiendo solicitar permiso para eliminar Aqhat. La respuesta enigmática del dios sugiere que él permite un castigo, pero sólo hasta cierto punto.

Anat ahora comienza a tramar su venganza. "Por sobre mil campos, cuatro mil hectáreas", ella viaja de vuelta para donde está Aqhat. Fingiéndose deseosa de paz y apasionada, la diosa ríe, alegre. Dirigiéndose al muchacho como "Aqhat, el joven", él declara: "Tú eres mi hermano, soy tu hermana". Enseguida, lo convence de acompañarla hasta la ciudad del "Padre de los Dioses, el Señor de la Luna". Allá pide a Tafan "matar a Aqhat para quitarle su arco" y después "hacerlo vivir de nuevo”. O sea, infligirle una muerte temporal, que la posibilite a coger el arma tan deseada. Tafan, siguiendo las instrucciones de la diosa, “golpea dos veces Aqhat en el cráneo, tres por encima de la oreja", y el alma del muchacho "escapa como vapor". Pero, antes de que él pueda ser revivido (si era realmente esa la intención de Anat), su cuerpo es estragado por los buitres.

La noticia terrible es traída a Daniel mientras él, "sentado delante del portón, bajo un frondoso árbol, juzga la causa de la viuda, adjudica la causa del huérfano". Con la ayuda de Baal, se organiza una búsqueda para buscar los restos de Aqhat, pero todo vanamente.

La hermana del muchacho, disfrazada y deseosa de venganza, viaja hasta la morada de Tafan y, después de embriagarlo, intenta matarlo. Un posible final feliz, en el cual Aqhat terminaría resucitado, no fue encontrado hasta ahora.

La transferencia de la acción de las montañas de Líbano a la "ciudad del Dios-Luna" es un elemento también encontrado en la historia de Gilgamesh. En todo el Oriente Medio de la Antigüedad, la deidad asociada a la Luna era Sin (Nannar en el sumerio original). Llamado en la ciudad de Ugarit de "Padre de los Dioses" él era, en realidad, el padre de Ishtar y sus tres hermanos.

La primera tentativa de Gilgamesh para alcanzar su meta, el Lugar de Aterrizaje en la Montaña de los Cedros, fue frustrada por Ishtar, que buscó hacer que él fuera muerto por el Toro del Cielo por haberla rechazado. En su segundo viaje, en que pretendía llegar a la Tierra de Tilmun, Gilgamesh también
llegó a una ciudad cercada de murallas, "cuyo templo era dedicado a Sin".

Pero, mientras Gilgamesh necesitó hacer una larga y peligrosa caminata antes de alcanzar la región de Sin, Anat (como Ishtar) podía ir a todos los lugares con gran rapidez, pues no viajaba a pie ni en lomo de asno, sino volando de un punto para otro.

Muchos textos de la Mesopotamia se referían a los viajes aéreos de Ishtar y su capacidad de vagar por el firmamento, "atravesando el cielo, atravesando la tierra". Una representación en el templo dedicado a ella en Assur, una capital asiria, la muestra usando gafas, un casco justo y grandes "auriculares de oído" o paneles.

En las ruinas de Mari, en el margen del río Eufrates, fue encontrada una estatua de tamaño natural, equipada con una "caja-negra", una manguera, un casco con cuernos y "auriculares de oído” embutidos, y otros atributos más de un aeronauta. Esa capacidad de "volar como un pájaro", atribuida a todas las otras deidades cananeas, aparece en todos los cuentos épicos encontrados en Ugarit. Uno de ellos, donde la diosa vuela para salvar a alguien, es un texto que los eruditos intitularon de "La Leyenda del Rei Keret", donde Keret puede ser interpretado como el nombre del rey o el de su ciudad (La capital). El tema del cuento es el mismo de la Epopeya de Gilgamesh, o sea, la lucha del hombre para encontrar la inmortalidad. Sin embargo, él comienza como la historia de Job, del Viejo Testamento, y posee otras similaridades bíblicas.

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Job, como nos cuenta la Biblia, era un hombre íntegro y puro, de gran fortuna y poder que vivía en la Tierra de Hus (la "Tierra del Consejo"), territorio bajo el dominio de los "Hijos del Este". Todo corría a las mil maravillas hasta que "el día en que los hijos de los dioses vinieron presentarse a Yahveh, entre ellos vino también Satanás". Persuadiendo al Señor a probar Job, Satanás recibió permiso de afligirlo primero con la pérdida de sus hijos y de toda su fortuna, y posteriormente con todo tipo de enfermedades.

Mientras Job se lamentaba y sufría, tres de sus amigos vinieron a consolarlo. El Libro de Job fue compuesto como un registro de las discusiones de los cuatro hombres sobre la vida y la muerte, y los misterios del Cielo y de la Tierra. Quejándose del trastorno que había ocurrido en su vida, Job soñaba con los "meses de antaño", cuando era honrado y respetado: "En los portones de la capital, en la plaza, un asiento a mí me quedaba reservado". En aquel entonces, recordó, creía que "como el Fénix serán mis días, con mi Creador moriré". Pero ahora, sin nada de suyo y afligido por enfermedades, sentía ganas de morir allí mismo.

El amigo que había venido del sur le recordó que: "El hombre nace para el trabajo forzado; sólo el hijo de Reshef puede hacia las alturas volar". Fuera como se dijera: ora, siendo el hombre mortal, ¿por qué tanta agitación?

Pero Job respondió enigmáticamente que la cuestión no era tan simple así. "La Esencia del Señor está dentro de mí; su esplendor alimenta mi espíritu." ¿Estaría él revelando, en el verso hasta hoy incomprendido, que tenía sangre divina? Que, como Gilgamesh, ¿esperaba vivir tanto como el Fénix, que siempre renacía, y morir solamente cuando falleciera su "Creador"? Pero ahora Job se daba cuenta de que: "Eternamente no más viviré; mis días son como vapor".

La historia de Keret primero lo describe como un hombre próspero que en poco tiempo pierde a la mujer e hijos debido a enfermedades y guerra. "Él ve a sus descendientes arruinados... una posteridad pereciendo en su todo", y percibe que es el fin de su dinastía, "su trono está completamente solapado." El sufrimiento y las lamentaciones crecen cada día: "su cama está empapada de lágrimas". Diariamente Keret "entra en la cámara interior" del templo y llora suplicando la ayuda de los dioses. El acaba "descendiendo hasta él "para descubrir" lo que aflige a Keret para hacerlo llorar". Es ahí que los textos revelan que Keret, por ser hijo de EL con una humana, es en parte divino.

EL aconseja a su "amado muchacho" a parar de lamentarse y a casarse de nuevo, pues así sería bendecido con un nuevo heredero. Lo manda a lavarse y arreglarse para ir a pedir la mano de la hija del rey de Udum (posiblemente la bíblica Edom).

Keret, acompañado de sus tropas y cargado de presentes, parte obedeciendo a las órdenes de EL. Sin embargo, el rey de Udum rechaza la plata y el oro. Sabiendo que Keret "es carne del Padre de los Hombres", es decir, de origen divino, pide una dote singular: ¡que el primogénito de su hija con Keret también sea semi-divino!

La decisión, claro, no cabe a Keret. EL, que lo había aconsejado a buscar una nueva boda, no está disponible. Así, el rey dirige sus pasos al santuario de Asherah pretendiendo obtener el auxilio de la diosa. La escena siguiente tiene lugar en la morada de EL, donde la súplica transmitida es apoyada por varios dioses más jóvenes:

Entonces vinieron las compañías de dioses,
Y el presente Baal habló:
Y ahora, ó Bondadoso, El benigno;
¿No bendecirás Keret, el de sangre pura?,
¿Ni agradarás el amado muchacho de EL?

Así incentivado, EL consiente en "bendecir a Keret" y le promete que él tendrá hijos y varias hijas. El primogénito, anuncia, deberá recibir el nombre de Yassib (Permanente), pues de hecho le será concedida la permanencia. Eso acontecerá porque cuando el niño nazca no será amamantado por la madre, sino por las diosas Asherah y Anat. El tema del hijo de un rey siendo amamantado por una diosa, y de esa forma ganando la vida eterna, era encontrado en las artes de casi todos los pueblos del antiguo Oriente Medio.

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Tal como aconteció con el rey de Tiro en las profecías de Ezequiel, su corazón se hizo altivo y él comenzó a vanagloriarse de sus orígenes divinos con los hijos. Irritada, Asherah hace caer sobre él una enfermedad fatal. Cuando quedó evidente que Keret estaba al borde de la muerte, sus hijos, espantados, preguntaron como eso podía estar aconteciendo con él, "un hijo de EL, reviento del Bondadoso, un ser sagrado". Apenas pudiendo que creer en lo que veían, interrogan al padre, pues, con toda la certeza, el fracaso de su inmortalidad los afectará también:

En tu vida, padre, nos regocijábamos
Exaltábamos tu no morir...
¿Morirás entonces, padre, como los mortales?

El silencio de Keret habla por sí mismo y ahora los hijos se vuelven hacia los dioses:

¿Cómo puede ser dicho, Un hijo de EL es Keret, reviento del Bondadoso y un ser sagrado?
¿Entonces un dios morirá?
¿Un reviento del Bondadoso no vivirá?

Enredado, EL se dirige a los otros dioses: "Quién entre vosotros es capaz de remover la enfermedad, expulsar los males?" Por siete veces EL repite su llamado, pero "ninguno de los dioses responde". Desesperado, EL apela al Artífice de los Dioses y sus asistentes, y a las diosas de los oficios que conocen todas las magias. Respondiendo, "la mujer que remueve enfermedades", la diosa Shagarat, despega: "Ella sobrevuela cien ciudades, sobrevuela una miríada de poblados..." Llegando a la casa de Keret en el momento exacto, consigue revivirlo. La historia, empero, no tiene un final feliz. Como la afirmación de Keret de que era inmortal probó ser inútil, su primogénito lo persuadió a abdicar en su favor...

Los varios relatos épicos sobre los propios dioses son de peso primordial para la comprensión de los eventos de la Antigüedad. En ellos, la capacidad de volar de los dioses es aceptada como un hecho corriente y su "cielo", la "Cresta de Zafon", es presentado como un lugar de reposo de los aeronautas. Las figuras céntricas de esas historias son Baal y Anat, los hermanos-amantes. El epíteto frecuente de Baal es "El Caballero de las Nubes", que el Viejo Testamento acabó reivindicando para la deidad hebrea.

La capacidad de volar de Anat, que aparecía ocasionalmente en los cuentos sobre las relaciones entre dioses y hombres, es aún más enfatizada en las leyendas sólo sobre los dioses. En uno de esos textos, Anat es informada de que Baal fue a pescar "en la campiña de Samakh".

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La región conserva ese nombre hasta los días de hoy: se trata del área del lago de Sumkhi (lago de los Peces), que queda al norte de Israel, donde el río Jordán comienza a desaguar en el mar de la Galilea, y continúa afamada por sus peces y vida salvaje. Anat decidió ir a juntarse a Baal:

Ella alza vuelo, la Doncella Anat,
Alza vuelo y pasea volando
Hasta el centro de la campiña de Samath,
Donde abundan búfalos.

Avistando a la diosa, Baal le hizo una señal para que descendiera, pero Anat comenzó a juguetear de esconde-esconde. Irritado, Baal preguntó si Anat estaba esperando que él fuera a "ungir los cuernos de ella", una expresión relacionada con el acto sexual, "mientras volaba". Incapaz de encontrarla, Baal despegó "y subió a los cielos", yendo hacia la sede de su trono en la "Cresta de Zafon". Anat, la juguetona, luego se dirigió hacia allá con la intención de "sobre Zafon en placer (estar)".

El encuentro idílico, empero, sólo pudo ser consumado años después, cuando la posición de Baal como Príncipe de la Tierra y gobernante reconocido de las tierras del norte ya estaba firmemente establecida. Antes de eso, el dios se envolvió en luchas de vida o muerte con los otros pretendientes al trono dividido. El premio de todas esas disputas era un lugar conocido como Zarerath Zafon, en general traducido como "monte santo" o "Picos de Zafon", pero significando exactamente "La Cresta Rocosa en el Norte".

Esas sangrientas luchas por el dominio sobre ciertas fortalezas o territorios transcurrían del posicionamiento de los pretendientes en la línea de sucesión cuando el jefe del panteón envejecía o entraba en una semi-jubilación. Conforme a las tradiciones de boda que primero fueron registradas en los escritos sumerios, la consorte oficial de EL, Asherah (la hija del gobernante), era su media-hermana, lo que hacía del primogénito de ésta el heredero legítimo. Pero, como había acontecido antes, la posición de ese hijo era frecuentemente protestada por sus medios-hermanos más viejos, pero nacidos de otras mujeres. El hecho de que Baal, que tenía por lo menos tres esposas, no pudiera casarse con su amada Anat confirma que ella era su hermana por parte de padre y madre, y no sólo media-hermana.

Los cuentos cananeos comienzan en la remota y montañosa morada de EL, donde él secretamente concede la sucesión a su hijo Yam. La diosa Shepesh, la "Antorcha de los Dioses", va volando hasta donde está Baal para darle las malas noticias: "¡El está poniendo el sistema monárquico al revés!", grita, alarmada. Baal es aconsejado a presentarse delante de EL y a llevar la disputa para ser juzgada por la Asamblea o Consejo de los Dioses. Las hermanas sugieren que él debe ser desafiador:

Ahora vamos, parte,
para la Asamblea en el centro del monte Lala.
A los pies de EL no encala, no te postres delante de la Asamblea.
En pie, altivo, haz tu discurso.

Al saber la trama, Yam envía a sus propios emisarios a la reunión de los dioses con el objetivo de exigir que el rebelde Baal se entregue en sus manos. "Los dioses estaban sentados para comer, los Santos iban a cenar; Baal servía a EL" cuando entran los emisarios. En el silencio que se sigue, los dos presentan la exigencia de Yam. Para indicar que no están para bromas, "a los pies de EL no se caen" y mantienen las manos en las armas, "ojos como una espada afilada, centelleando con un fuego que todo consume". Los dioses se tiran al suelo para protegerse. EL se muestra dispuesto a entregar a Baal, pero este coge sus armas y está por saltar sobre los emisarios cuando su madre lo contiene.

Un emisario posee inmunidad, le recuerda ella. Los emisarios acaban volviendo con las manos vacías con Yam y queda claro que no existe otro medio de decidir la disputa sino que los dos dioses se confronten en un campo de batalla. Una diosa (tal vez Anat) conspira con El Artífice de los Dioses para que él suministre a Baal sus armas divinas, el "perseguidor" y el "tirador", que "bucea sobre la presa como una águila".

En el combate, Baal vence a Yam y está para "chafarlo" cuando oye la voz de la madre diciéndole: "¡perdona a Yam!" El vencido escapa de la muerte, pero es proscrito para sus dominios marítimos. Como compensación por haber perdonado a Yam, Baal pide a Asherah que apoye su reivindicación de obtener la supremacía sobre la Cresta de Zafon. La diosa está reposando en una ciudad a la riba-mar y es con grande reluctancia que concuerda en viajar hasta la morada de EL localizada en una región caliente y seca. Llegando "sedienta y resecada", Asherah coloca el problema delante del marido y le pide decidir con sabiduría y sin emoción. "Tú eres realmente grande y sabio", le dice, "lo canoso de tu barba habla de tu experiencia... Sabiduría y Vida Perenne son tu parte."

Sopesando la situación, EL concuerda: que Baal sea el dueño de la Cresta de Zafon; que allá él construya su casa. Sin embargo, lo que Baal tiene en mente no es una residencia cualquiera. Sus planes exigen los servicios de Kothar-Hasis (El Habilidoso y Conocedor), el Artífice de los Dioses. No sólo los eruditos modernos, sino hasta Filos de Biblos, el siglo 1 a.C. (citando historiadores fenicios anteriores), compara Kothar-Hasis al divino artesano griego Hefesto, que construyó la residencia de los dioses Zeus y Hiedra. Otros encuentran paralelos entre él y Thot, el dios egipcio de las artes, oficios y magia.

De hecho, los escritos encontrados en Ugarit afirman que los emisarios de Baal enviados para recoger Kothar-Hasis fueron avisados para buscar por él en la isla de Creta y en Egipto. Todo indica que, en la época, era en esos lugares que el Artífice de los Dioses estaba empleando sus habilidades.

Cuando Kothar-Hasis llegó al lugar donde Baal lo esperaba, los dos comenzaron a estudiar los proyectos de la construcción. Baal deseaba una estructura en dos partes, siendo una Y-Khal (gran casa) y la otra Behmtam, término generalmente traducido por "casa", pero que literalmente significa "una plataforma elevada".

Hubo alguna discordancia entre los dioses sobre el lugar donde debería quedar una cierta ventana en forma de embudo que se abría y cerraba de manera rara. "Tú debes prestar atención a mis palabras, Ó Baal", insistió Kothar-Hasis. Terminada la construcción de la estructura, Baal se mostró preocupado con la seguridad de sus mujeres e hijos. Para tranquilizarlo, Kothar- Hasis mandó que árboles de Líbano, "de Sirion sus preciosos cedros", fueran apilados dentro de la estructura e hicieron fuego con ellas. Durante una semana entera la hoguera ardió intensamente; oro y plata colocados en ella se derritieron, pero la estructura en sí no fue destruida ni sacudida. ¡El silo subterráneo y la plataforma estaban listos! Sin perder tiempo, Baal resolvió probar la instalación:

Baal abrió el Embudo en la Plataforma Elevada,
La ventana dentro de la Gran Casa.
En las nubes, Baal abrió hendiduras.
Su clamor sagrado Baal emite...
Su clamor sagrado sacude la Tierra.
Las montañas estremecen...
Tremendo están...
En el este y en el oeste, los montes de la tierra balancean...

Cuando Baal comenzó a subir al espacio, los divinos mensajeros Gapan y Ugar se juntaron a él en el vuelo: "Los alados, los dos, se congregan en las nubes" atrás de Baal; "como pájaros", la pareja sobrevoló los picos nevados de Zafon. Con el término de la construcción de las nuevas estructuras, la Cresta de Zafon pasó a ser llamada la "Fortaleza de Zafon", y el monte Líbano ("El Blanco", en virtud de sus picos nevados) adquirió el epíteto de Sirion, la Montaña "Armada".

Por haber conseguido el dominio de la fortaleza de Zafon, Baal también ganó el nombre de Baal Zafon. Como título, significa sólo "Señor de Zafon", pero la connotación original del término Zafon no era geográfica, pues significaba tanto "el escondido", como "el lugar de observación". A buen seguro, esas connotaciones tuvieron un peso importante en el nombramiento de Baal como "Señor de Zafon".

Una vez obtenidos esos poderes y prerrogativas, las ambiciones de Baal crecieron mucho en escala. Invitando a los "hijos de los dioses" a un banquete, él exigió demostraciones de fidelidad y vasallaje. El castigo no tardó para los que se rechazaron a atenderlo: "Baal agarra a los hijos de Asherah; a Rabbim él golpea en la espalda, a Dokyamm alcanza con una clava". Algunos fueron muertos, otros escaparon. Embriagado por el poder, Baal se mofó de ellos:

Los enemigos de Baal huyen para las matas;
Sus enemigos se esconden en las faldas de la montaña.
El postrado Baal grita:
Ó enemigos de Baal, ¿por qué tiemblan?
¿Por qué tiemblan?, ¿por qué se esconden?
El Ojo de Baal se prende;
Su mano extendida el cedro racha;
Su mano derecha es poderosa.

Decidido a conseguir el dominio completo, Baal (con la ayuda de Anat) venció y aniquiló adversarios masculinos como “Lothan, la serpiente", "Shahat, el dragón de siete cabezas", "Atak, el ternero" y a la diosa Hashat, "la perra". Sabemos, a través del Viejo Testamento, que Yahveh, el Dios bíblico, también era un feroz adversario de Baal.

Cuando la influencia de éste creció mucho entre los israelitas en virtud de la boda de su rey con una princesa cananea, el profeta Elías organizó una competencia entre Baal y Yahveh en lo alto del monte Carmelo. Cuando Yahveh prevaleció, los trescientos sacerdotes de Baal fueron inmediatamente ejecutados. Era a causa de ese acontecimiento que el Antiguo Testamento confería a Yahveh el dominio sobre la Cresta de Zafon. Significativamente, las reivindicaciones fueron hechas en lenguaje casi idéntico al usado en las historias sobre Baal, como dejan claro el Salmo 29 y otros versos:

Tributad a Yahveh, ó hijos de los dioses,
Tributad a Yahveh gloria y poder.
Tributad a Yahveh la gloria de su Shem;
Adorad a Yahveh en su esplendor de santidad.
El clamor de Yahveh sobre las aguas;
El Dios glorioso troveja,
Ecoa sobre las aguas torrenciales.
Su clamor es poderoso, mayestático.
El clamor de Yahveh despedaza los cedros,
Despedaza Yahveh los cedros de Líbano;
Él hace a Líbano saltar cual ternero
Y el Sirion como crea de búfalo.
El clamor de Yahveh lanza chispas de fuego...
Y en su templo todo grita: ¡gloria!

Tal como Baal en los textos cananeos, la deidad hebrea también era un "Caballero de las Nubes". El profeta Isaías tuvo una visión de él volando en dirección sur, a Egipto, "cabalgando ágilmente una nube, él descenderá sobre Egipto; los dioses de Egipto estremecerán delante de él". Isaías también afirmaba haber visto personalmente al Señor y sus tenderos alados:

El año en que falleció el rey Ozias,
vi al Señor sentado en un trono alto y elevado.
Sus cargadores llenaban el santuario.
Los tenderos del fuego revoloteaban sobre él,
seis alas, seis alas para cada uno de ellos...
Las vigas de los pórticos se estremecieron con el clamor y el templo se llenó de humo.

A los hebreos les estaba prohibido adorar, y, por lo tanto, hacer estatuas o imágenes grabadas. Pero, los cananeos, que deben haber conocido Yahveh como los hebreos conocían Baal, nos dejaron una imagen suya como era concebida por ellos. Una moneda del siglo 4 a.C., con la inscripción Yahu (Yahveh), muestra una deidad sentada en un trono con forma de una rueda alada.

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Capitulo 8

Así, era universalmente aceptado en el Oriente Medio que el dios que conseguía el dominio sobre Zafon se quedaba con la supremacía sobre los dioses que podían volar. Eso, a buen seguro, era lo que Baal esperaba. Sin embargo, siete años después del término de la construcción de la fortaleza de Zafon, él fue desafiado por Mot, el señor de las tierras al sur y del Mundo Inferior. Ahora la disputa ya no era más sobre quien sería el dueño de Zafon, sino sobre "quien tendrá el dominio sobre toda la Tierra".

Llegaron a Mot informaciones de que Baal estaba envuelto en actividades sospechosas. Ilegal y clandestinamente, él estaba "poniendo un labio en la Tierra y uno en el Cielo", intentando "estirar su voz hasta los planetas". De inicio, Mot exigió el derecho de inspeccionar lo que estaba aconteciendo dentro de la Cresta de Zafon. En respuesta, Baal le envió emisarios con mensajes de paz. "¿Quién necesita de guerra?", preguntó, "derramemos paz y amistad en el centro de la tierra".

Como Mot continuó insistiendo, Baal concluyó que el único modo de impedir que Zafon fuera, sería buscarlo en su propia casa. Así, viajó para la "cueva" de Mot en las "profundidades de la Tierra", jurando obediencia. Sin embargo, lo que Baal tenía en mente era algo mucho más siniestro, el derrocamiento de Mot. Pero, para eso, necesitaba del auxilio de la siempre fiel Anat. Por eso, mientras él iba a verse con Mot, sus emisarios buscaron a Anat. Los dos emisarios recibieron instrucciones de que repitieran palabra por palabra un enigmático mensaje para la diosa:

Tengo una palabra secreta para decirte,
Un mensaje para cuchichearte:
Es un aparato que lanza palabras,
Una Piedra que susurra.
Sus mensajes los hombres no entenderán;
Las multitudes de la Tierra no comprenderán.

Debemos tener en mente que en todas las lenguas de la antigüedad, el término "piedra" comprendía todas las substancias minerales o garimpadas, incluyendo así todos los minerales y metales. Por lo tanto, Anat inmediatamente comprendió lo que Baal había mandado decirle: ¡él estaba montando en la Cresta de Zafon un sofisticado aparato que podía enviar o interceptar mensajes secretos! En la continuación del mensaje llevado por los emisarios, hay una mejor descripción de la Piedra del Esplendor:

El Cielo con La Tierra ella hace conversar,
los mares con los planetas.
Es una Piedra del Esplendor;
Para el Cielo aún es desconocida.
Que tú y yo a erijamos dentro de mi caverna,
en el altísimo Zafon.

Este entonces era el secreto: Baal, sin el conocimiento del "Cielo" (el gobierno del planeta madre), estaba montando un centro de comunicaciones clandestino, con el cual podría hablar con todas las partes de la Tierra y también con las naves en el espacio. Ese sería el primer paso para él "tener el dominio sobre toda la Tierra". Pero, con eso, Baal entraba en enfrentamiento directo con Mot, pues era en los territorios dominados por este que se localizaba el "Ojo de la Tierra" oficial.

Habiendo recibido y comprendido el mensaje, Anat se apresuró a partir en auxilio de Baal. Los emisarios preocupados recibieron su palabra de que ella llegaría allá a tiempo. "Vosotros sois lentos, yo soy ligera", garantizó, y añadió:

En el distante lugar del dios penetraré,
La distante cueva de los hijos de los dioses.
Dos aperturas ella tiene bajo el Ojo de la tierra
Y tres anchos túneles.

Llegando a la capital de Mot, Anat no consiguió encontrar a Baal. Exigiendo saber sobre su paradero, amenazó a Mot con violencia. Finalmente fue informada de la verdad: los dos dioses se habían engarzado en combate y "Baal fue vencido". Furiosa, Anat "con una espada amenazó a Mot". Entonces, con la ayuda de la diosa Shepesh, soberana de los Refaim (los "Tutores"), transportó el cuerpo sin vida de Baal al pico de Zafon, colocándolo en una caverna.

Rápidamente las dos diosas convocaron al Artífice de los Dioses, también llamado de El Kessem, "El Dios de la Magia". Tal como Horus fue revivido por Thot después de haber sido picado por una serpiente, Baal también resucitó milagrosamente. Sin embargo, no queda bien explicado si él volvió a la vida física en la Tierra o ganó, como Osiris, alguna otra Vida Celestial.

Es imposible determinar cuando los dioses se envolvieron en esos eventos en la Cresta de Zafon, pero no quedan dudas de que la Humanidad tenía conocimiento de la existencia y atributos singulares del Lugar de Aterrizaje ya en los inicios de la Historia documentada.

Para comenzar tenemos el relato sobre el viaje de Gilgamesh a la Montaña de los Cedros, que la epopeya también llama la "Morada de los Dioses, la Encrucijada de Ishtar". Allá, "penetrando en la floresta", él encontró un túnel que llevaba "al recinto donde son emitidas las palabras de comando". Adentrándose en la montaña, él abrió "la morada secreta de los Anunnaki”. ¡Fue como si Gilgamesh hubiera invadido las mismas instalaciones que Baal construía en secreto! Versos antes misteriosos de la epopeya ahora asumen un significado escalofriante:

Cosas secretas él vio,
Lo que está escondido del hombre él conoció...

Eso, sabemos, aconteció el tercer milenio a.C., alrededor de 2,900 a.C. Otro eslabón importante entre las leyendas de los dioses y hombres es la historia del anciano Daniel, que no tenía descendientes masculinos y vivía en algún lugar cerca de Cades. No es posible determinar la época en que ocurrieron esos eventos, pero las similaridades con la historia de Abraham, inclusive la aparición de "hombres", que después se viene a saber que eran el Señor y sus emisarios, sugieren la posibilidad de que estamos leyendo dos versiones de la misma memoria ancestral.

Si fuera ese el caso, poseemos aun otra fecha: el inicio del segundo milenio a.C. Zafon, la fortaleza de los Dioses, continuaba allá, el primer milenio a.C. El profeta Isaías (siglo VIII a.C.) castigó a Senaqueribe, el invasor asirio de la Judea, por haber él insultado al Señor subiendo con sus muchos carros de guerra "a las alturas de la montaña, a la Cresta de Zafon". Enfatizando la antigüedad del lugar, Isaías transmitió a Senaqueribe la amonestación del Señor:

¿ No oíste?
Ya de hace mucho yo la construí,
En los tiempos antiguos yo la creé.

Isaías también castigó al rey de la Babilonia por él haber intentado divinizarse escalando la Cresta de Zafon:

¡Como te caíste del cielo, ó estrella d'alba, hijo de la aurora!
¡Como fuiste tirado a la tierra, vencedor de las naciones!
Y, sin embargo, decías en tu corazón:
He de subir hasta el cielo,
Por encima de las estrellas de Dios colocaré mi trono,
Me estableceré en la Montaña de la Asamblea,
En la Cresta de Zafon, en la Plataforma Elevada,
Un Altísimo seré.
Y, con todo, serás precipitado al Mundo Inferior,
En las profundidades del abismo.

Tenemos aquí no solamente la confirmación de la existencia del lugar y su antigüedad, sino también la afirmación de que él incluía una "Plataforma Elevada", de la cual se podía subir al espacio y hacerse un Altísimo, un dios.

El ascenso a los cielos, sabemos por otros textos bíblicos, era hecho por medio de "piedras" (aparatos mecánicos), que podían viajar. El siglo VI a.C., el profeta Ezequiel castigó el rey de Tiro porque su corazón se hizo orgulloso después de que él había recibido permiso de subir a la Cresta de Zafon y entrar en las "piedras movedizas", experiencia después de la cual anunció: "Un dios yo soy".

Una antigua moneda encontrada en Biblos (la bíblica Gebal), una de las ciudades cananeas fenicias en la costa del Mediterráneo, puede bien ser una ilustración de las estructuras erigidas en Zafon por Kothar-Hasis. Ella muestra una "gran casa", teniendo al lado un área elevada, cercada por una muralla alta y larga.

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Capitulo 8

Allá, sobre un podio sostenido por vigas cruzadas, construidas para soportar un gran peso, está montado un objeto cónico (muy conocido de tantas otras ilustraciones del Oriente Medio de la Antigüedad) la "Cámara Celestial" de los dioses, una "piedra movediza".

Esos son los indicios que llegaron hasta nosotros atravesando milenios después de milenios. Al largo de toda la antigüedad los pueblos del Oriente Medio tenían conocimiento de que dentro de la Montaña de los Cedros había una enorme plataforma para "piedras movedizas", teniendo al lado una "gran casa", en el interior de la cual quedaba escondida "una piedra que susurra". Ahora, si estoy correcto en mi interpretación de los textos y dibujos de la antigüedad, ¿cómo fue que ese grandioso y conocido lugar desapareció?

 

- "El presente surge del pasado, el pasado es el futuro".
Zecharia Sitchin

- "Tanto la Biblia Hebrea como el Nuevo Testamento afirman que los secretos del futuro están arraigados en el pasado, que el destino de la Tierra está conectado en los cielos".
Zecharia Sitchin

 


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