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El Verdadero Origen de la Humanidad

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1
Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1
Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1

Esta sección está basada principalmente en los descubrimientos del sabio Zecharia Sitchin sobre la historia de nuestro planeta y el origen y desarrollo de la Humanidad. Sitchin nos dejó un legado invaluable de 15 libros de su serie: "Crónicas de la Tierra", basados en la Biblia, las tablillas de arcilla, los mitos de la antigüedad y los descubrimientos arqueológicos.

Zecharia Sitchin fue un gran arqueólogo y profundo conocedor del hebreo, de las lenguas semíticas y europeas, del Antiguo Testamento y de la Historia y la Arqueología del Oriente Próximo. Fue además uno de los pocos eruditos que entienden el Sumerio. Sitchin estudió en la London School of Economics and Political Science, y se licenció en la Universidad de Londres. Sus obras han sido traducidas a 14 idiomas, publicadas en ediciones de bolsillo y hasta en Braille para invidentes.

La escalera al Cielo

Zecharia Sitchin Anunnaki Nibiru Libro Escalera Cielo Cap 1

Capítulo 10
Tilmun: la tierra de los cohetes

No queda duda de que la Epopeya de Gilgamesh fue la fuente original de las muchas historias y leyendas sobre reyes y héroes que en los milenios subsecuentes partieron en busca de la eterna juventud. En algún punto de la Tierra, afirmaban las memorias mitificadas de la Humanidad, existía un lugar donde el hombre podía unirse a los dioses y escapar de la indignidad de la muerte.

Hace casi 5 mil años, Gilgamesh de Uruk rogó a Utu (Shamash):

En mi ciudad, el hombre muere;
oprimido está mi corazón.
El hombre perece, pesado está mi corazón...
El hombre, por más alto que sea,
no puede estirarse hasta el cielo...
Ó Utu, en esa Tierra deseo entrar, sea mi aliado...
En el lugar donde los Shem han sido erigidos,
¡Que yo erija mi Shem!

Shem, como ya demostré, aunque sea comúnmente traducido por "Nombre" (aquel por lo cual alguien será recordado), era, de hecho, un cohete espacial. Enoc, cuando fue llevado hacia el cielo, desapareció en su "Nombre". Medio milenio después de Gilgamesh, el rey Téti, faraón de Egipto, hizo una súplica casi idéntica:

Los hombres se caen,
Ellos no tienen "Nombre",
(Ó dios), Coge a Téti por los brazos,
Lleva Téti hacia el firmamento,
Para que él no muera en la Tierra entre los hombres.

La meta de Gilgamesh era Tilmun, la tierra donde los cohetes eran montados. Preguntar a donde él se dirigió con el objetivo de alcanzar Tilmun es lo mismo que preguntar a donde fue Alexander, que se consideraba un faraón e hijo de un dios. Y es también preguntar: ¿finalmente, en que lugar del mundo quedaba el Duat? Sí, porque era esa la parada final para todos que soñaban con la inmortalidad.

Buscaré demostrar ahora, finalmente, que la tierra donde ellos esperaban encontrar la Escalera al Cielo era la península del Sinaí. Aceptando la posibilidad de que el Libro de los Muertos hace referencias a una geografía egipcia verdadera, algunos eruditos sugirieron que el viaje simulado del faraón era hecho a lo largo del Nilo, de los santuarios del Alto Egipto hacia los más próximos al delta del río. Los textos antiguos, empero, hablaban claramente sobre un viaje más allá de las fronteras del país. Según ellos, el faraón se dirige al este, no al norte, y, cuando atraviesa el lago de Juncos y el desierto después de él, deja para atras no sólo Egipto, sino también África, pues mucho se habla de los peligros (reales y "políticos") de abandonar los dominios de Horus para llegarse a las "Tierras de Set", o sea, Asia.

Cuando los Textos de las Pirámides fueron escritos, la capital de Egipto era Menfis. El centro religioso más antiguo, Heliópolis, quedaba a noroeste de la capital, no muy distante. De esos centros, una ruta de viaje en la dirección al este realmente llevaría a una cadena de lagos llenos de juncos y bambúes. Después de ellos quedaba el desierto, los desfiladeros y la península del Sinai, área cuyos cielos sirvieron como campo de la batalla final entre Zeus y Tifón.

La sugerencia de que el viaje del faraón realmente lo llevaba hacia la Otra Vida es apoyada por el hecho de que Alexander intentó imitar no sólo a los reyes de Egipto, sino también el éxodo de los judíos bajo el liderazgo de Moisés. Tal como en el relato bíblico, el punto de partida era Egipto. Enseguida venía el "mar Rojo", la barrera acuosa que se separó para que los judíos que atravesasen el mar a pie. En las historias de Alexander, esa barrera también fue encontrada y era persistentemente llamada "mar Rojo". Alexander, queriendo imitar a Moisés, intentó hacer que sus tropas lo atraviesaran a pie, construyendo un tipo cualquiera de puente, según algunas versiones, o en otras, "exponiendo el lecho con sus plegarias".

Según él haya tenido éxito o no (depende de la versión), los prisioneros de guerra que mandó al frente fueron sorprendidos por la vuelta de las aguas y murieron ahogados, exactamente como aconteció con los egipcios que perseguían los judíos. Después de que atravesaron, estos entraron en lucha con los amalecitas. En la versión cristiana de la historia de Alexander los prisioneros enemigos ahogados por las "aguas del mar Rojo que se cayeron sobre ellos" son llamados de "amalecitas".

Una vez vencida la barrera de agua (la traducción literal del término bíblico Yam Suff es “mar/lago de Juncos") comenzaba un viaje por el desierto, en dirección de una montaña sagrada. Significativamente, la montaña especial que Alexander alcanzó tenía el nombre de Mushas, la Montaña de Moisés, Moshe en hebraico. Fue allá que Moisés encontró un ángel que le habló por entre el fuego (el arbusto ardiente). Un incidente similar es relatado en las leyendas de Alexander.

Los paralelos se multiplican a medida que nos acordamos de varios textos, como la historia de Moisés y el pez encontrado en el Corán. Según ella, el Agua de la Vida quedaba "en la unión de dos ríos". El faraón alcanzaba la entrada del reino subterráneo en el lugar donde el río de Osiris se dividía en dos afluentes. En las leyendas de Alexander, el punto crucial de la jornada también aconteció cerca de una fuente o curso de agua, en el lugar donde la "Piedra de Adán" emitió luz y los seres divinos aconsejaron al rey a desistir de su búsqueda.

Además de eso, existía la tradición de igualar a Alexander con Moisés al llamarlo "Aquel con Dos Rayos", debido a la afirmación bíblica, repetida también en el Corán, de que Moisés después de haber visitado al Señor en el monte Sinaí se quedó con el rostro radiado y de él emanaban "rayos" (literalmente: rayos de luz).

La arena del éxodo bíblico fue la península del Sinaí. La conclusión sacada de todas las similaridades es que fue para ella que Moisés, Alexander y los faraones dirigieron sus pasos al salir de Egipto. Y ese, mostraré, también fue el destino de Gilgamesh. Para alcanzar Tilmun en su segundo y decisivo viaje, Gilgamesh zarpó en un "Barco de Magan", o sea, un "Barco de Egipto". Al estar partiendo de la Mesopotamia, él sólo podría navegar hacia el sur del golfo Pérsico. Enseguida, dando la vuelta en la península Arábica, entraría en el mar Rojo (que los egipcios llamaban mar de Ur). Como el nombre del barco indica, Gilgamesh habría seguido para Egipto. Sin embargo, ese no era su destino final. Gilgamesh quería llegar a Tilmun. ¿Cuál entonces sería su intención? ¿Desembarcar en la Nubia, en el margen occidental del mar Rojo? ¿En el margen oriental en Arabia? ¿O seguir de frente, dirigiéndose a la península del Sinai?

Felizmente, para nuestras investigaciones, Gilgamesh encontró el infortunio. Su barco fue hundido por un dios guardián poco después del inicio del viaje. Él no estaba muy lejos de la Sumeria, pues Enkidu (cuya presencia en el barco fue el motivo del hundimiento) imploró a Gilgamesh para que los dos vuelvan a pie a Uruk. Pero, decidido a alcanzar Tilmun, el rey comenzó a caminar para alcanzar su objetivo.

Ahora, si el lugar adónde él pretendía llegar quedara en el mar Rojo, Gilgamesh tendría que atravesar la península Arábica, pero la epopeya narra que él dirigió sus pasos para el noroeste. No tengo dudas de eso porque, después de atravesar el desierto y vencer montañas inhóspitas, la primera visión que tuvo de la civilización quedaba cerca de un "mar en la bajada". Había una ciudad junto a él, con una taberna en su periferia. La "cervecera" lo alertó de que la extensión de agua que él veía era el "Mar de las Aguas de la Muerte”.

Tal como los Cedros de Líbano sirvieron como un punto especial para que fijemos el marco final del primer viaje de Gilgamesh, el Mar de las Aguas de la Muerte es una pista inigualable para que determinemos el paradero del rey de Uruk en su segundo viaje.

En todas las tierras del mundo antiguo, en todo el Oriente Medio, sólo existe una extensión de agua de ese tipo y ella mantiene el nombre hasta hoy: mar Muerto. Él es de hecho un "mar de bajada", pues queda en una depresión de la costa terrestre (cerca de 300 metros abajo del nivel del mar). Sus aguas están tan saturadas de sales y otros minerales que allá no crece ningún tipo de vida animal o vegetal.

Una muralla cercaba la ciudad junto al Mar de las Aguas de la Muerte. Su templo era dedicado a Sin, el dios-Luna. Del lado de afuera de la muralla había una taberna. La tabernera acogió a Gilgamesh y le suministró informaciones. Las increíbles similaridades con una historia de la Biblia no pueden ser ignoradas. Cuando los israelitas terminaron sus cuarenta años de deambular por el desierto, era llegada la hora de que entraran en Canaã. Venidos de la península del Sinaí, ellos fueron progresando por el margen oriental del mar Muerto hasta que llegaron al lugar donde el río Jordán desagua. Cuando Moisés subió en un monte que daba para la llanura, avistó (como Gilgamesh) las aguas brillantes del "mar en la bajada". En la llanura, en el otro margen del río, quedaba una ciudad: ¡Jericó! Como ella bloqueaba el avance de los israelitas sobre Canaã, dos espías fueron enviados para explorar sus defensas. Una mujer cuyo mesón quedaba junto a las murallas, les suministró informaciones y orientación.

El nombre hebraico de Jericó es Yeriho, que significa literalmente "Ciudad de la Luna" (la ciudad dedicada al dios) Luna, Sin... Esa, sugiero, fue la misma ciudad a la cual Gilgamesh llegó, quince siglos antes del Éxodo. ¿Será que Jericó ya existía alrededor de 2,900 a.C., cuando el rey de Uruk se empeñaba en su búsqueda? Los arqueólogos concuerdan que el lugar ya estaba poblado antes de 7,000 a.C. y que desde cerca de 3,500 a.C. había allí un centro floreciente. Entonces, con toda certeza, fue a Jericó a donde Gilgamesh llegó.

Refrescado y fortalecido, el rey de Uruk planeó seguir viaje. Encontrándose en el norte del mar Muerto, preguntó a la cervecera si conseguiría atravesarlo o tendría que circundarlo por tierra. Haciendo el trayecto a pie, él seguiría la misma ruta de los israelitas muchos siglos después, sólo que en sentido inverso. Sin embargo, Gilgamesh consiguió el auxilio de Urshanabi y desembarcó, creo, en el margen sur del mar Muerto, el más próximo que podría llegar a la península del Sinaí por barco. De allí, según las informaciones que recibió, él debería seguir "un camino regular", o sea, una ruta normalmente usada por las caravanas, "en la dirección del Gran Mar, que queda distante".

Una vez más reconocemos la geografía por la terminología bíblica, pues en la Biblia el Gran Mar es el Mediterráneo. Penetrando el Neguev, la seca región meridional de Canan, Gilgamesh tendría que dirigirse para el oeste por algún tiempo, hasta encontrar "dos marcos de piedra", como había explicado Urshanabi. En ese local él haría una curva y alcanzaría la ciudad de Itla, localizada a alguna distancia del Gran Mar. Después de ella, en la Cuarta Región de los dioses, quedaba el área restricta. ¿Itla sería una "Ciudad de Dioses" o una ciudad de hombres?

Los eventos ocurridos en ese lugar, descritos en una versión hitita fragmentada de la Epopeya de Gilgamesh, indican que ella abrigaba tanto unos como otros. Era una "ciudad santificada", con varios dioses yendo y viniendo o viviendo cerca de ella. Pero los hombres también podían entrar allá, pues el camino era indicado por marcas de camino. Además de eso, Gilgamesh no solamente descansó e intercambió de ropa en Itla, sino también fue allá que obtuvo los corderos que ofreció diariamente a los dioses en sacrificio.

Conocemos una ciudad así por el Viejo Testamento. Ella quedaba localizada donde el sur de Canan se mezclaba con la península del Sinaí y funcionaba como entrada para la llanura céntrica de la península. Su santidad era denotada por el nombre: Cades ("La Sagrada") y se distinguía de Cades del norte (situada, significativamente, cerca de Baalbek) siendo llamada Cades- Barnéia (que, originándose del sumerio, podría significar: Cades
de los Pilares de Piedra Brillante). En la era de los patriarcas, ella formaba parte de los dominios de Abraham, que "viajó al Neguev y habitó entre Cades y Shin".

Esa ciudad, por el nombre y función, ya es nuestra conocida por las historias cananeas sobre dioses, hombres y el ansia por la inmortalidad. Daniel, nos acordamos, suplicó a EL que le dé un heredero legítimo para poder erigir una estela en su homenaje en Cades. Por intermedio de un texto ugarítico nos enteramos de que un hijo de EL llamado Shibani (El Séptimo), la ciudad bíblica de Bersabéia, o Beersheva (El Pozo del Séptimo) puede tener ese nombre a causa de que él recibió instrucciones de "erigir un pilar conmemorativo en el desierto de Cades".

De hecho, tanto Charles Virolleaud como René Dussaud, pioneros en la traducción y comprensión de los textos ugaríticos, concluyeron que el lugar de los muchos cuentos épicos era "la región entre el mar Rojo y el Mediterráneo", o sea, la península del Sinaí. El dios Baal, que adoraba pescar en el lago Sumkhi, iba a cazar en el "desierto de Alus", área asociada con la datilera. Virolleaud y Dussaud destacaron que esa es una importante pista geográfica conectando el local ugarítico con el registro bíblico sobre el éxodo, pues los israelitas, según Números 33, viajaron de Mará (el lugar de las aguas amargas) y Elohim (el oasis de las datileras) hacia Alus.

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Otros detalles, colocando a EL y los dioses más jóvenes en el área del éxodo, son encontrados en un texto que los eruditos titularon: "El Nacimiento de los Monos y Bellos Dioses". Los versos de apertura localizan la acción en el "desierto de Sufim", a buen seguro un desierto al margen del Yam Suff
(Mar de Juncos) del Éxodo:

Llamo los graciosos y bellos dioses,
Hijos del Príncipe.
Yo los colocaré en la Ciudad de Ascender e Ir,
En el desierto de Sufim.

Los textos cananeos nos suministran una pista más. Constantemente ellos se refieren al jefe del panteón como "EL", el supremo, el más alto de los altísimos, usando el término más como un título genérico que como un nombre propio, Sin embargo, en el cuento citado arriba, EL es identificado como Yerah y su esposa como Nikhal. "Yerah" es el término semítico para "Luna" (el dios más conocido como Sin) y "Nikhal" es la forma semítica de NIN.GAL, el nombre sumerio de la esposa del Dios-Luna.

Los estudiosos han presentado muchas teorías acerca del origen del nombre Sinaí. Una vez, por lo menos, el motivo más obvio estuvo entre las hipótesis preferidas: Sinaí podría significar "perteneciente a Sin". Podemos ver que la luna creciente era el emblema de la deidad en cuyas tierras estaba localizado el Portón Alado. Y un importante punto de cruce de rutas en el centro de la península del Sinai, un lugar rico en agua llamado Nakhl, conserva hasta hoy el nombre de la esposa de Sin. Así, podemos concluir con plena confianza que la "Tierra de Tilmun" era la península del Sinaí.

Un examen de la geografía, topografía, geología, clima, flora e historia de la península confirmará mi identificación y esclarecerá el papel del Sinaí en las historias de hombres y dioses.

Los textos mesopotámicos describían la localización de Tilmun en la "boca" de dos extensiones de agua. La península, que tiene la forma de un triángulo invertido, de hecho comienza donde el mar Rojo se separa en dos brazos, el golfo de Suez al oeste y el golfo de Eilat (Ácaba) al este. Las representaciones egipcias que muestran la Tierra de Set, donde quedaba el Duat, muestran esquemáticamente una península con las características de la del Sinaí.

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Los textos hablan de las "montañas de Tilmun" y, de hecho, la península del Sinaí es constituida por una región con grandes montañas al sur, un plato céntrico también montañoso y una llanura al norte (cercada de montañas), que va descendiendo en colinas arenosas hasta la costa del Mediterráneo. Esa franja litoral plana ha sido un "puente terrestre" entre Asia y África desde épocas inmemoriales. Los faraones la usaron para invadir Canaã y Fenicia, y para desafiar a los hititas.

Sargon, rey de Acad, afirmó que alcanzó el Mediterráneo, donde "lavó sus armas". "Las tierras del mar" (la región al largo de la costa) "tres veces rodeé; Tilmun mi mano capturó." Sargon II, rey de la Asiria el siglo VIII a.C., se vanaglorio de haber conquistado elárea que iba de "Bit-Yahkin, en el margen del Mar Salgado, hasta la frontera de Tilmun". El nombre "Mar Salgado" sobrevivió hasta los días de hoy como la denominación en hebraico del mar Muerto, otra confirmación de que Tilmun quedaba próximo a él.

Varios reyes asirios mencionan el Riachuelo de Egipto como un marco geográfico en sus expediciones a aquel país. Sargon II habla del Riachuelo después de describir la conquista de Asdod, la ciudad filistea, en la costa del Mediterráneo. Asaradão, que reinó algún tiempo después, se vanaglorió: "Piso en Arza, en el Riachuelo de Egipto, pongo Assuili, su rey, en grilletes... Sobre Qanayah, rey de Tilmun, impuse tributos".

El nombre "Riachuelo de Egipto" es idéntico al nombre bíblico para el grande y extenso wadi (río raso que se hace torrencial en la estación lluviosa) del Sinaí que actualmente es conocido como wadi El-Arish. Asurbanipal, sucesor de Asaradão en el trono de la Asiria, afirmó que él había colocado el yugo de su soberanía sobre Tiro, que queda en el Mar Superior (Mediterráneo) y hasta Tilmun, que queda en el Mar Inferior (el mar Rojo).

En todos esos casos, la geografía y topografía de Tilmun se igualan perfectamente a las de la península del Sinaí. Se cree que, salvo variaciones anuales, el clima de la península fue siempre lo que es actualmente: una estación lluviosa irregular que va de octubre a mayo y el resto del año completamente seco. La poca densidad pluvial califica la región para ser definida como desierto (menos de 30 mm anuales). Sin embargo, los altos picos de granito al sur están cubiertos de nieve en el invierno y en la franja litoral la sábana freática es encontrada a poco más de un metro abajo de la superficie.

Una característica geográfica típica de la península son los wadis. En la región sur, las aguas de lluvias cortas y repentinas corren parte para el este, para el golfo de Eilat, y más frecuentemente para el oeste, para el golfo de Suez. Es en esa región que son encontrados los riachuelos en el fondo de grandes gargantas y oasis exuberantes. Sin embargo, el grueso de las aguas pluviales es drenado en dirección norte, yendo hacia el Mediterráneo por el extenso wadi El-Arish y sus incontables afluentes, que en el mapa en su conjunto parecen los floreros sanguíneos de un gigantesco corazón.

En esa parte del Sinaí la profundidad de los wadis varía de pocos centímetros hasta cerca de un metro hasta dos kilómetros cuando hay una lluvia torrencial. Aún en la estación lluviosa el patrón de precipitación es totalmente errático. Aguaceros súbitos se alternan con largos periodos secos. Así, presuponerse la existencia de agua en relativa abundancia en ese periodo del año o inmediatamente después de él puede ser una idea muy engañosa. Posiblemente fue lo que aconteció con los israelitas cuando dejaron Egipto a mediados de abril y entraron en el desierto del Sinaí algunas semanas después. Ellos se encontraron sin agua y el Señor tuvo que intervenir dos veces, mostrando Moisés que rocas debería golpear para obtenerla.

Los beduinos, como todos los cansados viajantes que recorren el Sinaí, consiguen repetir ese milagro cuando el suelo del lecho del wadi es del tipo adecuado. El secreto es que en muchos lugares la capa rocosa de la superficie está sobre una capa de suelo arcilloso que captura el agua que penetra por entre las piedras. Con conocimiento y suerte, una pequeña excavación en un lecho de wadi completamente seco revela agua en abundancia inmediatamente debajo de la superficie.

¿Pero sería ese arte nómada el gran milagro realizado por el Señor? Recientes descubrimientos hechos en la península del Sinai lanzan una nueva luz sobre el asunto. Hidrólogos israelíes conectados al Instituto Weizmann de Ciencias descubrieron que, como acontece en partes del desierto de Sahara y en algunas áreas desérticas de la Nubia, existe "agua fósil" (restos de lagos prehistóricos de otras era geológicas) en las profundidades de la región céntrica de la Señal. La inmensa reserva subterránea, con agua suficiente, según las estimativas, para atender a una población como la de Israel por casi cien años, se extiende por cerca de 15,500 kilómetros cuadrados en un cinturón ancho que va del canal de Suez hasta el interior del árido desierto de Neguev, en Israel.

Aunque esté a cerca de 915 metros abajo del suelo pedregoso, el agua es sub-artesiana y sube con su propia presión hasta 300 metros de la superficie. Cuando los egipcios hicieron perforaciones en busca de petróleo en Nakhl, en la llanura septentrional, encontraron esa reserva subterránea.

Otros sondeos confirmaron el increíble hecho: en la superficie es un desierto árido; en el subsuelo, difícilmente accesible por medio de los modernos equipamientos de perforación y bombas, es un ¡lago de agua pura y cristalina!

¿Será que los Nefilim, con su tecnología de era espacial, tenían conocimiento de eso? Y más, ¿sería esa agua, y no una pequeña cantidad acumulada bajo un wadi seco, la que corrió después que Moisés golpeó la piedra, siguiendo las instrucciones del Señor? "Lleva contigo, en la mano, la vara con que hiciste los milagros en Egipto", dijo el Señor a Moisés. "Tú me verás en pie sobre una piedra; herirás la piedra y de ella saldrá agua y el pueblo beberá." Así, sería agua suficiente para una multitud y su ganado. Para que la grandeza de Yahveh fuera reconocida por todos, Moisés debería llevar al lugar algunos testigos. El milagro aconteció "en la presencia de los ancianos de Israel".

Una historia sumeria relata un evento bastante parecido. Se trata de un cuento sobre épocas difíciles debido a la escasez de agua. Las plantaciones se marchitaron, el ganado no tenía que beber, el pueblo estaba sediento y callado. Ninsikilla, esposa del gobernante de Tilmun, Enshag, se quejó a su padre, Enki:

La ciudad que de estos...
Tilmun, la ciudad que de estos...
No tiene aguas de río...
No puede bañarse la doncella;
Ninguna agua cristalina corre en la ciudad.

Después de estudiar el problema, Enki concluyó que la única solución sería traer aguas subterráneas. Sin embargo, la profundidad a ser alcanzada ciertamente no podría ser lograda a través de la perforación de un pozo común. Así, Enki elaboró un plan en el cual las capas de roca serían perforadas ¡por un misil disparado del cielo! Padre Enki respondió a Ninsikilla, su hija:

Que el divino Utu se posicione en el cielo.
Que un misil prendido al "pecho"
Y de lo alto lo dirija para la tierra...
De la fuente de la cual emergen las aguas de la Tierra,
Que él te traiga la dulce agua del suelo.

Así instruido, Utu/Shamash comenzó a tomar las providencias necesarias:

Utu, posicionándose en el cielo,
Un misil firmemente preso a su "pecho",
Del alto se dirigió para la tierra...
Soltó el misil del alto del cielo.
De entre las rocas de cristal levantó el agua;
De la fuente de donde emergen las aguas de la Tierra,
Trajo agua dulce, del suelo.

¿Un misil lanzado del cielo podría perforar la corteza de la Tierra, hacer subir el agua potable? Anticipando la incredulidad de sus lectores, el escriba añadió: "En verdad, fue así". El plan, según la continuación del texto, funcionó: Tilmun se hizo una región de"campos fértiles y haciendas que producen granos" y la Ciudad de Tilmun "se hizo el puerto del país, lugar de ancoradouros y docas".

Los paralelos entre la península del Sinaí y Tilmun están así doblemente confirmados. Primero, la existencia de una reserva subterránea de agua, abajo de la superficie rocosa. Segundo, la presencia de Utu/Shamash (el comandante del espacio-puerto) en las vecindades.

La península del Sinaí también posee todos los productos que hacían la fama de Tilmun. Tilmun era la fuente de las piedras preciosas aparentadas con el lapislázuli que los sumerios tanto apreciaban. Es un hecho incontestable que los faraones obtenían tanto la turquesa como la malaquita en el suroeste de la península. La más antigua área de minería de turquesa de que se tiene noticia actualmente tiene el nombre de wadi Maghara, el "wadi de las Cavernas". En ese lugar se abrían túneles en la faz rocosa del cañón del wadi y los mineros tallaban las piedras.

Más tarde comenzó a haber minería de la turquesa también en un lugar que hoy es llamado Serabitel- Khadim. Inscripciones egipcias de la 3ª Dinastía (2,700 - 2,600 a.C.) fueron encontradas en wadi Maghara y se cree que fue en esa época que los faraones comenzaron a instalar puestos militares en la región para que hubiera una minería continuada.

Descubrimientos arqueológicos, además de dibujos y pinturas mostrando los primeros "nómadas asiáticos" capturados por los faraones, convencieron a los estudiosos de que en el inicio los egipcios sólo saqueaban minas ya abiertas por tribus del Sinaí. De hecho, el nombre egipcio para turquesa (mafka-t) se origina del verbo semita "excavar, extraer por corte".

Posteriormente, los egipcios pasaron a llamar a la península del Sinaí de "Tierra de Mafkat" y atribuyeron el dominio de esa área de minería a la diosa Hathor, conocida tanto como "La Señora del Sinaí" como "La Señora del Mafkat". Aunque fuera una gran diosa de la antigüedad y estuviera entre los primeros dioses del cielo egipcios, ella era apodada como "La Vaca" y retratada siempre con los cuernos de ese animal. Su nombre, Hat-Hor, escrito jeroglíficamente con el dibujo de un halcón dentro del recinto cerrado, ha sido interpretado por los eruditos como siendo "Casa de Horus", pero literalmente él significa "Casa del Halcón", lo que fortalece mucho la conclusión sobre la localización y función de la Tierra de los Misiles.

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Según la Enciclopedia Británica, "la turquesa ya era obtenida en la península del Sinai antes del cuarto milenio a.C., en una de las primeras operaciones de extracción de rocas minerales del mundo". En esa época, la civilización sumeria estaba en sus inicios y la egipcia sólo iría a surgir de allí a mil años. ¿Quién podría haber organizado las actividades de minería? Los antiguos egipcios atribuyeron ese hecho a Thot, el dios de las ciencias.

Al afirmar eso y al atribuir el dominio de la península del Sinaí a Hathor, los egipcios estaban emulando las tradiciones sumerias. Según los textos sumerios, el dios que organizó las operaciones de minería de los Anunnaki fue Enki, el dios del conocimiento. Y Tilmun en los tiempos antes del diluvio fue dado a Ninhursag, la hermana de Enki y Enlil. En su juventud, ella era una mujer de extraordinaria belleza y enfermera-jefe de los Nefilim, pero en su vejez recibió el apodo de "La Vaca" y, en la calidad de Diosa de la Datilera, era siempre retratada con los cuernos de ese animal. Las similaridades entre Ninhursag y Hathor, las analogías entre sus dominios, son demasiado obvias para que exijan elaboración.

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La península del Sinaí era una importante fuente de cobre en la Antigüedad y prueba de eso es que los egipcios dependían básicamente del saqueo para obtenerlo. Para eso, tenían que penetrar muy lejos en la región. Un faraón de la 12ª. Dinastía (época de Abraham) nos dejó estos comentarios de sus hechos: "Alcanzando las fronteras de países extraños con sus pies; explorando valles misteriosos, alcanzando los límites del desconocido". Él también se vanaglorió del hecho de que sus hombres no perdieron ningún caixote del botín.

Recientes explotaciones hechas en el Sinaí por científicos trajeron a la luz muchas pruebas de que "durante la época del Antiguo Imperio de Egipto, el tercer milenio a.C., la península era densamente habitada por tribus semitas que fundían cobre y extraían turquesa, y que resistieron a la penetración de las expediciones faraónicas en su territorio" (Beno Rothenberg, Sinai Explorations 1967-1972). "Conseguimos constatar la existencia de una iniciativa metalúrgica-industrial bastante grande... Allá hay muchas minas de cobre, campamentos de mineros e instalaciones de fundición diseminados desde la región oeste de la parte sur del Sinai hasta Eilat, en lo alto del golfo de Ácaba.”

Eilat, conocida en la época del Antiguo Testamento como Etzion-Gaber, fue realmente la "Pittsburgh de la Antigüedad". Cerca de veinte años atrás, Nelson Glueck descubrió las minas del rey Salomón en Timna, un poco al norte de Eilat. Él constató que el mineral era llevado para Etzion-Gaber, fundido y refinado no en "uno de los mayores, sino en el mayor, centro metalúrgico existente en la Antigüedad" (Rivers in the Desert).

Los indicios arqueológicos, una vez más, concuerdan con los textos bíblicos y mesopotámicos. Asaradão, rey de la Asiria, se vanaglorió de que "sobre Qanayah, rey de Tilmun, impuse tributo". Los quenitas son mencionados en el Antiguo Testamento como habitantes del sur de la península del Sinaí y su nombre significa, literalmente, "herreros, metalúrgicos".

Cuando Moisés huyó de Egipto, yendo para Madiã, él se casó con una chica de la tribu de los quenitas. R. J. Forbes (The Evolution of the Smith) destacó que el término bíblico qain (herrero) se origina del sumerio KIN (moldador).

El faraón Ramsés III, que reinó un siglo después del éxodo, dejó registrada la invasión de esos poblados de artesanos del cobre que él comandó y el saqueo al centro metalúrgico de Timna - Eilat:

Destruí el pueblo de Seir, las tribus del Shasu;
Saqueé sus puestos, sus posesiones y su ganado incontable.
Ellos fueron amarrados y traídos cautivos, como un tributo a Egipto.
Los di a los dioses, para que sean esclavos en sus templos.
Mandé mis hombres para el País Antiguo, para sus grandes minas de cobre.
Unos fueron transportados en galeras, otros hicieron el viaje por tierra, yendo en sus asnos.
Nunca se oyó contar nada como eso, desde que comenzaron los reinos de los faraones.
Las minas tenían cobre en abundancia y él fue colocado a los miles en las galeras.
Siendo enviado para Egipto, llegó en seguridad.
Las barras de cobre, 100 mil de ellas,
del color de oro debido a la tres refinaciones,
mandé apilar bajo el mostrador del palacio.
Dejé que todo el pueblo las viera, como si fueran maravillas.

Recordemos que los dioses condenaron a Enkidu a pasar el resto de su vida en las minas. Fue por eso que Gilgamesh concibió el plan de construir un "Barco de Egipto" y llevar él mismo a su compañero, pues la Tierra de las Minas y la Tierra de los Misiles quedaban en el mismo territorio. Así, mi identificación está de acuerdo con los datos antiguos.

Antes de que continuemos la reconstrucción de los eventos históricos y prehistóricos, es importante fortalecer la conclusión de que Tilmun era el nombre sumerio de la península de la Señal. Sin embargo, no es eso que los estudiosos piensan. Vamos entonces analizar sus puntos de vista y mostrar por qué están errados.

Una persistente escuela de pensamiento que tuvo como sus primeros defensores P. B. Cornvall (On the Location of Tilmun) identifica Tilmun (a veces escrito "Dilmun") como siendo la isla de Bahrein, en el golfo Pérsico. Ese punto de vista se apoya en una inscripción de Sargon II de la Assíria, donde él afirmaba que entre los reyes que le pagaban tributo estaba "Uperi, rey de Dilmun, cuyo reino queda situado como un pez, a una distancia de treinta horas dobles, en medio del mar donde el sol se levanta". Debido a esa información, se concluyó que Tilmun era una isla. Los eruditos que defienden esa teoría identifican "el mar donde el sol se levanta" como el golfo Pérsico. Así, dan la isla de Bahrein como respuesta.

Hay muchos fallos en esa interpretación. Primero, es posible que sólo la capital de Tilmun quedara en una isla. Los textos no dejan duda de que existía una Tierra de Tilmun y una Ciudad de Tilmun. Segundo, otros textos asirios que describen ciudades como estando localizadas "en medio del mar" se refieren a poblados litoráneos, situados en bahías o promontorios, y no en islas, como por ejemplo Arvad, en la costa del Mediterráneo.

Además de eso, si el "mar donde el sol se levanta" indica una extensión de agua al este de la Mesopotamia, el golfo Pérsico no aplica, pues él queda al sur y no al este de la región. Y más, Bahrein está situada demasiado cerca de la Mesopotamia para justificar treinta horas dobles de navegación. La isla dista cerca de 450 kilómetros de los puertos mesopotámicos y, aún navegándose muy despacio, sesenta horas de viaje cubrirían una distancia muchas veces mayor.

Otro importante fallo en la teoría Bahrein/Tilmun es la relativa a los productos que daban fama a Tilmun. Ya en los tiempos de Gilgamesh, el área no era restricta en su totalidad. Había una parte de ella, como vimos, donde los condenados trabajaban en los oscuros y polvorientos túneles de las minas extrayendo cobre y piedras preciosas.

Siempre conectada a la Sumeria por la cultura y comercio, Tilmun era aprovisionaba con ciertos tipos especiales de madera, y de sus áreas cultivadas, tema de la historia que vimos anteriormente, donde Ninsikilla suplicó al padre que le proveyera agua, salían las cebollas y dátiles más famosos de la Antigüedad. Bahrein nunca tuvo una cultura de ese tipo y sus datileras siempre produjeron frutos comunes. Así, para justificar su elección como Tilmun, la escuela de pensamiento que defiende esa teoría sugiere que Bahrein era un puerto de reboso (Geoffrey Bibby, en Looking que sea Dilmun, y otros autores). Ella concuerda en que los famosos dátiles venían de un lugar más distante, pero afirma que los navíos que las transportaban no iban hasta los puertos de la Mesopotamia. Ellos anclaban en Bahrein y los mercaderes sumerios transferían la carga para otras embarcaciones, que entonces hacían la etapa final hasta su país. Era por eso que, cuando los escribas registraban el lugar de donde precedía la carga, escribían "Dilmun", queriendo referirse Bahrein.

Ahora, ¿por qué navíos que habían navegado tan grandes distancias dejarían de hacer el corto recorrido hasta el destino final de la carga en la Mesopotamia? ¿Por qué tanto trabajo de carga y descarga que sólo serviría para aumentar el costo? Esa teoría también va contra las afirmaciones de gobernantes de la Sumeria y Acad de que los navíos de Tilmun, así como los de otros países, anclaban en sus puertos. Ur-Nanshe, rey de Lagash dos siglos después que Gilgamesh gobernó Uruk, afirmó que"los navíos de Tilmun... me trajeron madera como tributo". Reconocemos el nombre "Tilmun" en esa inscripción por el pictógrafo para "misil". Sargon, el primer gobernante de Acad, se vanaglorió de que "en lugares de Acad él hizo arribar los navíos de Meluhha, navíos de Magan y navíos de Tilmun".

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Es bastante probable, por lo tanto, que los navíos de Tilmun llevaran los productos directamente para los puertos de la Mesopotamia, como sería de esperarse dentro de todos los parámetros de la lógica y la economía. Los textos antiguos también hablan de exportaciones de mercancías de la Mesopotamia hacia Tilmun. Una inscripción registra el envío de un cargamento de trigo, queso y cebada descortezada de Lagash para Tilmun (cerca de 2,500 a.C.) sin ninguna mención de reboso de carga en una isla cualquiera.

Uno de los principales oponentes de la teoría Bahrein/Tilmun, Samuel N. Kramer (Dilmun, the "Land of the Living"), destacó el hecho de que los textos mesopotámicos describían a Tilmun como "un país distante", que se alcanzaba a costa de riesgo y aventura. Esas afirmaciones no combinan con una isla próxima a la cual se llega después de pocas horas de navegación en las aguas tranquilas del golfo Pérsico. Él también enfatizó la importancia del hecho de que varios textos mesopotámicos colocan Tilmun cerca de dos extensiones de agua, y no dentro o cerca de sólo una. Los textos acadianos decían: "Tilmun ina pi narati" ("Tilmun, en la boca de las dos aguas corrientes"), es decir, donde se inician dos extensiones de agua.

Guiado por otra declaración, que decía que Tilmun era la tierra "donde el sol se levanta", Kruner concluyó, primero, que Tilmun se situaba en tierra firme y no en una isla, y segundo, que debía quedar al este de la Sumeria, pues es en el Este que el sol se levanta. Buscando en el mapa un lugar al oriente de la Mesopotamia donde dos extensiones de agua se encuentran, él sólo consiguió descubrir un punto al sudeste, donde el golfo Pérsico se encuentra con el océano Índico. Así, con alguna hesitación, Kramer sugirió: Tilmun quedaba en el Baluquistão o en algún lugar cerca del río Indo.

La hesitación de Kramer derivó del hecho bien conocido de que numerosos textos sumerios y acadianos, que dan listas de países y pueblos, no colocan a Tilmun entre las tierras del este como Elam y Aratra. En vez de eso, juntan como tierras próximas unas de las otras a Meluhha (Núbia, Etiopía), Magan (Egipto) y Tilmun. La proximidad entre Egipto y Tilmun queda bien clara a finales del texto "Enki y Ninhursag", donde se habla de la designación de Nintulla como Señor de Magan y Enshag como Señor de Tihnun, que reciben las bendiciones de los dos grandes dioses. Esa proximidad también queda evidente a partir de un notable texto escrito como una autobiografía de Enki, que describe sus actividades después del diluvio, cuando se quedó ayudando la humanidad y estableciendo sus civilizaciones. Una vez más, Tilmun es listada junto con Magan y Meluhha:

Las tierras de Magan y Tilmun
Levantaron los ojos hacia mí.
Yo, Enki, anclé el barco Tilmun en la costa,
Cargué hasta lo alto el barco Magan.
El alegre barco de Meluhha
Transporta oro y plata.

En vista de la proximidad de Tilmun con Egipto, ¿lo que debemos pensar de las afirmaciones de que Tilmun quedaba "donde el Sol se levanta", significando, como dicen los estudiosos, un país al este de la Sumeria y no al oeste, como la península del Sinaí?

La respuesta, y bien simple, es que los textos no afirman nada de eso. Ellos no hablan de "donde el Sol se levanta", pero sí de "donde Shamash asciende", y es ahí que está toda la diferencia.

Tilmun no quedaba al este de la Mesopotamia y con toda certeza era el lugar donde Utu/ Shamash, que no era el Sol, sólo se usaba como símbolo, ascendía a los cielos en sus cohetes. Las palabras de la Epopeya de Gilgamesh son bien claras:

A la montaña de Mashu él llegó,
Donde durante el día los Shem él observó
Mientras iban y venían...Hombres-cohete guardan su portón...
Ellos vigilan asmas
Mientras él asciende y desciende.

Y aquel era el lugar para donde Ziusudra fuera llevado después del Diluvio:

En la Tierra de la Travesía,
En la montañosa Tilmun,
En el lugar donde Shamash asciende,
Ellos lo hicieron residir.

Y fue así que Gilgamesh (a quien le negaron el permiso de montar un Shem y acabó contentándose sólo en conversar con su ancestro) partió en su busca, dirigiendo sus pasos para el monte Mashu en Tilmun, el monte de Moshe (Moisés), en la península del Sinaí.

Los botánicos modernos están sorprendidos con la variedad de la flora de la península, pues allá fueron encontradas más de mil especies de plantas, muchas que sólo se dan allí, variando de árboles a pequeños arbustos. Donde existe agua, como en el oasis, en las dunas litorales y lechos de los wadis, esa vegetación crece con impresionante persistencia por haberse adaptado al clima e hidrografía únicos de la península del Sinaí.

Las regiones al nordeste de la península pueden haber sido la fuente de las apreciadas cebollas. El nombre inglés para la variedad de caule largo y verde (scallion) recuerda el puerto de donde ese petisco era exportado hacia Europa: Ascalon, en la costa del Mediterráneo, inmediatamente en el norte del Riachuelo de Egipto.

Una de los árboles que se adaptaron a las singulares características del Sinaí es la acacia, que acomoda su alta tasa de transpiración creciendo sólo en los lechos de los wadis, donde explora la humedad subterránea con un eficiente sistema de largas raíces. Como resultado de eso, la acacia puede vivir casi diez años sin lluvia. Ese árbol tiene una madera muy apreciada y, según el Viejo Testamento, el arca y otros componentes del Tabernáculo eran hechos de ella. Ella bien podría ser la madera especial que los reyes de la Sumeria importaban para la construcción de sus templos.

Una visión siempre presente en la península del Sinaí son las tamargueiras, pequeños árboles que acompañan el curso de los wadis el año entero, pues sus raíces también descienden hasta la humedad abajo de la superficie y ellas consiguen sobrevivir donde el agua es salobre o salina. Después de inviernos particularmente lluviosos, los bosques de tamargueiras están llenos de una sustancia dulce y granulosa, que es la excreción de pequeños insectos que viven de sus frutos. Los beduinos aún hoy la llaman por su nombre bíblico: maná.

Sin embargo, el árbol más asociado a Tilmun en la Antigüedad era la datilera, que continúa siendo la principal planta del Sinaí en términos económicos. Pidiendo un mínimo de cuidado, ella atiende a todas las necesidades básicas de los beduinos. Sus frutos constituyen un alimento sabroso y nutritivo, cáscaras y carocos son dados a los camellos y cabras, el tronco es usado en la construcción y como combustible, las hojas sirven para hacer tejados y las fibras para la confección de cuerdas y también son empleadas en la tecelagem.

Sabemos, a través de los registros mesopotámicos, que los dátiles eran un importante producto de exportación de Tilmun. Los frutos venidos de esa región, por ser grandes y sabrosos, ganaban lugar destacado en las recetas culinarias. Un texto de Uruk, la ciudad de Gilgamesh, hablando de los alimentos que debían ser dados a los dioses, especificaba: "todos los días del año, para las cuatro comidas diarias, 108 medidas de dátiles comunes y dátiles de la Tierra de Tilmun, y también higos y pasas... deberán ser ofrecidos a las divinidades".

La ciudad más próxima de la antigua ruta terrestre entre la península del Sinaí y la Mesopotamia era Jericó, en la Biblia llamada "Jericó, la ciudad de los dátiles". La datilera, como ya vimos extensivamente, fue adoptada como un símbolo sagrado en todas las religiones del antiguo Oriente Medio. El salmista bíblico prometió que "los justos, como la datilera, florecerán". El profeta Ezequiel tuvo una visión del templo de Jerusalén reconstruido, ornamentado con "querubines y datileras” alternados. Residiendo entre los judíos que habían sido llevados a la fuerza para la Babilonia, Ezequiel estaba bien familiarizado con el tema artístico de los Seres Alados y la Datilera.

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Junto con El Disco Alado (el emblema del 12° Planeta), el símbolo más constante en todos los países de la Antigüedad era el del Árbol de la Vida. Escribiendo en Der Alte Orient, Felix von Luschau mostró en 1912, época de la publicación del artículo, que los capiteles de las columnas jónicas y egipcias eran, de hecho, estilizaciones del Árbol de la Vida bajo la forma de una datilera, y confirmó sugerencias anteriores de que el Fruto de la Vida tan ponderado en las leyendas y cuentos épicos era una variedad especial de dátil. Encontramos el tema de la datilera como el símbolo de la Vida avanzando hasta el Egipto musulmán, como se puede ver en las ornamentaciones de la gran mezquita de Cairo.

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Importantes estudios, como el De Boom des Levens en Schrift en Historie de Henrik Bergema y The King and the Tree of Life in Ancient Eastern Religion, de Geo. Widengren, muestran que el concepto de un Árbol de la Vida, creciendo en una Morada de los Dioses, se esparció del Oriente Medio hacia todo el mundo y se hizo un principio básico de todas las religiones de la Tierra. La fuente de todos esos dibujos y creencias fueron los registros sumerios hablando de la Tierra de los Vivos:

Tilmun,
Donde la mujer vieja no dice "Soy una vieja",
Donde el hombre viejo no dice "Soy un viejo".

Los sumerios, maestros en juegos de palabras, llamaban a la Tierra de los Misiles TILDE.MUN. Sin embargo, el término también podía significar "Tierra de los Vivos", pues TILDE también era "Vida". El Árbol de la Vida en sumerio era GISH.TILDE, pero GISH también era el nombre para un objeto manufacturado, algo hecho por la mano del hombre. Así, GISH.TILDE también podía ser "El Vehículo para la Vida", un cohete espacial. En el arte también encontramos a los hombres-águila saludando a veces a un cohete y en otras a una datilera.

Los lazos se aprietan aún más cuando descubrimos que en el arte religioso griego el Omphalo era asociado con la datilera. Una antigua pintura de Delfos muestra que la réplica del Omphalos erigida en el lado de afuera del templo de Apolo quedaba cerca de una datilera. Ya que ese tipo de árbol no crece en Grecia, los eruditos creen que la datilera estaba hecha de bronce. La asociación del Omphalos con la datilera debe haber sido una cuestión de simbolismo básico, pues dibujos de ese tipo se repetían en otros centros de oráculos griegos.

Vimos anteriormente que el Omphalos es un vínculo entre los centros de oráculo de Grecia, Egipto, Núbia y Canan, y el Duat. Ahora encontramos esa Piedra del Esplendor conectada a la datilera, el Árbol de la Tierra de los Vivos.

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De hecho, los textos sumerios que acompañaban los dibujos de los querubines y el Árbol de la Vida incluían la siguiente invocación:

El árbol de Enki, marrón-oscuro, cojo en mi mano;
El árbol que hace la cuenta, la gran arma vuelta hacia los cielos, Cojo en mi mano;
La palmera, el gran árbol de oráculos, cojo en mi mano.

Un dibujo de la Mesopotamia muestra a un dios cogiendo esa "palmera, gran árbol de oráculos".

Escalera al Cielo Capitulo 10

Él concede el Fruto de la Vida a un rey en el lugar de los "cuatro dioses". Ya tuvimos la oportunidad de conocerlos en los textos y dibujos egipcios: ellos eran los dioses de los cuatro puntos cardinales que aparecían cerca de la Escalera a Cielo en el Duat. Vimos también, en los dibujos sumerios, que el Portón para el Cielo era marcado por una datilera.

Con todo eso, no queda duda de que el blanco de las antiguas búsquedas por la inmortalidad era un espacio-puerto localizado en alguna parte de la península del Sinaí.

 

- "El presente surge del pasado, el pasado es el futuro".
Zecharia Sitchin

- "Tanto la Biblia Hebrea como el Nuevo Testamento afirman que los secretos del futuro están arraigados en el pasado, que el destino de la Tierra está conectado en los cielos".
Zecharia Sitchin

 


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