El Verdadero Origen de la HumanidadEsta sección está basada principalmente en los descubrimientos del sabio Zecharia Sitchin sobre la historia de nuestro planeta y el origen y desarrollo de la Humanidad. Sitchin nos dejó un legado invaluable de 15 libros de su serie: "Crónicas de la Tierra", basados en la Biblia, las tablillas de arcilla, los mitos de la antigüedad y los descubrimientos arqueológicos. Zecharia Sitchin fue un gran arqueólogo y profundo conocedor del hebreo, de las lenguas semíticas y europeas, del Antiguo Testamento y de la Historia y la Arqueología del Oriente Próximo. Fue además uno de los pocos eruditos que entienden el Sumerio. Sitchin estudió en la London School of Economics and Political Science, y se licenció en la Universidad de Londres. Sus obras han sido traducidas a 14 idiomas, publicadas en ediciones de bolsillo y hasta en Braille para invidentes. El Final de los Tiempos
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a.C. |
c.n. |
EVENTO |
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3760 |
0 |
Civilización sumeria. Comienza el calendario de Nippur |
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3460 |
300 |
Incidente de la Torre de Babel |
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2860 |
900 |
El Toro del Cielo muerto por Gilgamesh |
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2360 |
1400 |
Sargón: comienza la Era de Acadia |
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2160 |
1600 |
Primer Período Intermedio en Egipto; Era de Ninurta (Gudea (Gudea construye el Templo-de-Cincuenta) |
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2060 |
1700 |
Nabu organiza los seguidores de Marduk; Abraham a Canaán; Guerra de los Reyes |
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1960 |
1800 |
Templo Esagil de Marduk en Babilonia |
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1760 |
2000 |
Hamurabi consolida la supremacía de Marduk |
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1560 |
2200 |
Nueva dinastía en Egipto ("Reino Medio"); nueva regencia regencia dinástica ("Kassita") en Babilonia |
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1460 |
2300 |
Anshan, Elam, Mitanni surgen contra Babilonia; Moses Moisés en Sinaí, la 'zarza ardiente.' |
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960 |
2800 |
Lanzado el imperio Neo-Asirio; el festival Akitu festival renovado en Babilonia |
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860 |
2900 |
Asurbanipal usa el símbolo de la cruz | ||
760 |
3000 |
Comienza la Profecía en Jerusalén con Amós | ||
560 |
3200 |
Los dioses Anunnaki completan su Partida; los Persians persas desafían Babilonia; Ciro |
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460 |
3100 |
Era de Oro Griega; Heródoto en Egipto | ||
160 |
3600 |
Los Macabeos liberan Jerusalén. El Templo es re-dedicado |
El lector impaciente difícilmente esperará reemplazar las siguientes entradas:
60 |
3700 |
Los romanos construyen el templo de Júpiter en Baalbek, Baalbek; ocupación de Jerusalén |
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0 |
3760 |
Jesús de Nazaret; comienza la cuenta d.C. |
El siglo y medio que ocurrió desde la liberación macabea de Jerusalén hasta los hechos conectados con Jesús después que llegó ahí fueron algunos de los más turbulentos en la historia del mundo antiguo y del pueblo judío en particular. Ese crucial período, cuyos sucesos nos afectan hasta hoy día, comienza con un júbilo comprensible.
Por primera vez en siglos los judíos fueron de nuevo del todo dueños de su sagrada capital y de su bendito Templo, libres para escoger sus propios reyes y Sumo Sacerdote. Aunque la guerra continuaba en las fronteras, éstas mismas ahora se extendían para abarcar bastante del viejo reino unido del tiempo de David.
El establecimiento de un estado judío independiente, con Jerusalén como su capital, bajo los asmodianos fue un hecho triunfal en todos los aspectos, excepto uno: El retorno de la Kavod de Yahveh esperada al Fin de los Días no tuvo lugar, aunque el conteo de los días desde el tiempo de la abominación parecía haber sido correcto.
Muchos se preguntarán si acaso el Tiempo del Cumplimiento aún no estaba a la mano; y se hizo evidente que los enigmas de las cuentas de Daniel, de "años" y "semanas de años" y de "Tiempo, Tiempos",'y lo demás aun tenía que ser descifrado.
Claves fueron las partes proféticas en el Libro de Daniel que hablan de la elevación y caída de futuros reinos después de Babilonia, Persia, y Egipto, reinos crípticamente llamados "del sur", "del norte", o un navegante "Kittim"; y reinos que nacerán por la partición de otros, pelearan entre ellos, "plantar tabernáculos de palacios entre los mares", toda clase de futuras entidades que también estaban representadas de forma tan críptica por variados animales (un carnero, una cabra, un león y así) cuyas descendencias, llamadas "cuernos", de nuevo se romperán y lucharán entre ellos.
¿Cuáles eran esas futuras naciones, y qué guerras fueron las previstas?
El profeta Exequiel también habló de grandes batallas por venir, entre norte y sur, entre un inidentificado Gog y un opositor Magog; y la gente iba preguntándose si los reinos profetizados habían ya aparecido en la escena, la Grecia de Alejandro, los seléucidas, los tolomeos.
¿Eran esos los objetos de las profecías, o era algo aún por llegar en el futuro más distante?
Había confusión teológica:
¿Era la expectación de la Kavod en el Templo de Jerusalén como un objeto físico una comprensión correcta de las profecías, o la esperada venida era algo simbólico, de naturaleza efímera, una presencia espiritual?
¿Qué se requería de la gente?, ¿o era que lo que estaba destinado a suceder ocurriría de cualquier forma?
El liderazgo judío se quebró entre los devotos y apegados a la letra fariseos y los más liberales saduceos, que eran de mentalidad más internacional, y reconocían la importancia de una diáspora judía ya esparcidos por Egipto, Anatolia, y Mesopotamia.
En adición a estas dos corrientes principales, surgieron pequeñas sectas, a veces organizadas en sus propias comunidades; la mejor conocida de ellas fueron los esenios (de los Rollos de Mar Muerto), que se secluyeron a sí mismos en Qumran.
En los esfuerzos para descifrar estas profecías, tenía que figurar un nuevo poder emergente: Roma. Habiendo ganado repetidas guerras con los fenicios y con los griegos, los romanos controlaron el Mediterráneo y comenzaron a involucrarse en los asuntos del Egipto Tolemaico y el Levante Seléucida (Judá incluida).
Los ejércitos seguían a los delegados imperiales; por 60 a.C., los romanos, bajo Pompeyo, ocuparon Jerusalén. En su viaje, como Alejandro antes de él, se desvió a Heliópolis (alias Baalbek) y ofreció sacrificios a Júpiter; fue seguido por la construcción ahí, en lo alto de los colosales bloques de piedra anteriores, del más grande templo del imperio romano dedicado a Júpiter.
Una inscripción conmemorativa encontrada en el lugar indica que el emperador Nerón visitó el sitio en 60 a.C., lo que sugiere que el templo romano ya había sido construido por ellos.
La confusión nacional y religiosa en esos días encontró expresión en una proliferación de escritos histórico-proféticos, como el Libro de los Jubileos, el Libro de Enoch, los Testamentos de los Doce Patriarcas, y la Asunción de Moisés (y algunos otros, todos conocidos colectivamente como los Apócrifos y Pseudo-Epigrafía).
El tema común en ellos era una creencia que la historia es cíclica, que todo ha sido predicho, que el Fin de los Días (un tiempo de confusión y desorden) marcará no sólo el fin de un ciclo histórico, sino además el inicio de uno nuevo, y que el desorden del tiempo será manifiesto por la llegada del "Ungido",Mashi'ach en hebreo (traducido Chrystos en griego, y así Mesías o Cristo en español).
El acto de ungir un rey recién investido con aceite sacerdotal era conocido en el Mundo Antiguo, al menos desde los tiempos de Sargón. Fue reconocido en la Biblia como un acto de consagración a Dios desde los primeros tiempos, pero su instancia más memorable fue cuando el sacerdote Samuel, custodio del arca de la Alianza, convocó a David, el hijo de Jesé, y, proclamándolo rey por a gracia de Dios:
Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió
en medio de sus hermanos.
Y a partir de entonces,
vino sobre David el espíritu de Yahveh.
Samuel 16: 13
Al estudiar cada profecía y cada palabra profética, el devoto en Jerusalén encuentra repetidas referencias a David como Ungido de Dios, y una divina promesa que será de "su semilla" (por un descendiente de la Casa de David) que su trono será establecido de nuevo en Jerusalén "en días que han de venir".
Es en el "trono de David" que los reyes futuros, que deben ser de la Casa de David, se sentarán en Jerusalén; y cuando eso ocurra, los reyes y príncipes de la Tierra acudirán a Jerusalén por justicia, paz, y la palabra de Dios . Esto, prometió Dios, es "una promesa eterna", un pacto divino "para todas las generaciones". La universalidad de esta promesa se halla testificada en:
Isaías 16: 5 y 22: 22
Jeremías 17: 25, 23: 5, y 30: 3
Amós 9: 11; Habacuc 3: 13
Zacarías 12: 8
Salmos 18: 50, 89: 4, 132: 10, 132: 17
...y así. Estas son palabras fuertes, inconfundibles en su pacto mesiánico con la Casa de David, aunque están llenas además de explosivas facetas que virtualmente dictaron el curso de los eventos en Jerusalén. Vinculado a eso estaba el asunto del profeta Elías.
Elías, apodado el Tishbita por el nombre de su ciudad natal en la región de Galaad (Gile'ad), fue un activo profeta bíblico del reino de Israel (después de la partición de Judá) en el siglo noveno a.C., durante el reinado del rey Ahab y su esposa cananita, la reina Jezabel. Fiel a su nombre hebreo, Eli-Yahu (Yahveh es mi Dios) estaba en constante conflicto con los sacerdotes y "habladores" del dios cananita Ba'al (el Señor), cuyo culto promovía Jezabel.
Luego de un período de seclusión en un sitio escondido cerca del Jordán, donde fue ordenado para convertirse en "Un Hombre de Dios" , le fue dado un "manto de tela-cabello" que poseía poderes mágicos, y era capaz de realizar milagros en el nombre de Dios. Su primer milagro documentado (I Reyes, cap. 17) consistió en hacer de una cucharada de harina y un poco de aceite de cocinar alimento para una viuda que le duró el resto de su vida. Después resucitó a su hijo, que había muerto de una virulenta enfermedad. Durante una pugna con los profetas de Ba'al en el Monte Carmelo, pudo convocar un fuego desde el cielo.
La suya fue la única instancia bíblica de un israelita volviendo a visitar el Monte Sinaí después del Éxodo: cuando escapó por su vida de la cólera de Jezabel y los profetas de Ba'al, un Ángel del Señor lo protegió en una cueva del Sinaí.
De él las Escrituras dicen que no murió porque fue llevado al cielo en un torbellino para estar con Dios. Su acenso, como está descrito con gran detalle en II Reyes cap. 2, no fue ni súbito ni un hecho inesperado; por el contrario, fue una operación preplaneada y pre-arreglada cuyo lugar y momento fueron comunicados a Elías con anticipación.
El sitio designado fue en el Valle del Jordán, en el lado oriental del río. Cuando fue el momento de ir allá, sus discípulos, encabezados por uno de nombre Eliseo, lo acompañaron. Hizo una parada en Gilgal (donde se realizaron algunos milagros de Yahveh para los israelitas comandados por Joshua). Ahí trató de zafarse de sus compañeros, pero ellos lo escoltaron hasta Beth-El; aunque les pidió que lo dejaran atravesar sólo el río, se mantuvieron con él hasta su última parada, Jericó, todo el camino preguntándole si era cierto que el Señor vendría a llevarlo al cielo ese día.
En el banco del Jordán, Elías enrolló su manto milagroso y golpeó las aguas, partiéndolas, lo que le permitió atravesar el río. Los otros discípulos se quedaron atrás, pero aun entonces Eliseo persistió en estar con Elías, cruzando el río con él;
Iban caminando mientras hablaban,
cuando un carro de fuego con caballos de fuego
se interpuso entre ellos;
y Elías subió al cielo en el torbellino.
Eliseo le veía y clamaba:
"
¡Padre mío, padre mío!
Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!"
Y no le vio más.
Asió sus vestidos y los desgarró en dos.
II Reyes 2: 11-12
Excavaciones arqueológicas en Tell Ghassul (el "Túmulo del Profeta"), un lugar en Jordania que encaja con la geografía de los relatos bíblicos, han encontrado murales que graficaron los "torbellinos". Es el único sitio excavado bajos los auspicios del Vaticano.
Mi propia búsqueda en este sentido, que cubrió museos arqueológicos en Israel y Jordania e incluyó una visita al sitio en Jordania, y en última instancia me llevó hasta el Instituto Bíblico Pontificio de los jesuitas en Jerusalén se halla descrita en Las Expediciones de la Crónicas Terrestres.
La tradición judía ha sostenido que el transfigurado Elías volverá algún día como un anunciador de la redención final del pueblo de Israel, un heraldo del Mesías. La tradición ya fue documentada en el siglo cinco a.C. por e profeta Malaquías (el último Profeta bíblico) en su profecía póstuma. Porque la tradición sostenía que la cueva en el Sinaí donde el ángel llevó a Elías fue donde Dios se reveló a Moisés, se espera que Elías reaparezca al comienzo de la Fiesta de Pascua (judía), cuando se conmemora el Éxodo.
Hasta este día el Seder, la comida ceremonial al atardecer cuando se inician los siete días del festejo de Pascua, requiere la colocación de una copa llena de vino para Elías en la mesa, de donde beber cuando llegue; la puerta permanece abierta para que pueda entrar, y se recita un himno prescrito, que expresa la esperanza que (él) pronto anunciará "al Mesías, hijo de David" (como es el caso de los niños cristianos que se les dice que Santa Claus baja por la chimenea y trae los regalos que luego disfrutan, a los niños judíos se les cuenta que aunque no visto, Elías se desliza dentro y toma un ligero sorbo de vino.)
Por costumbre, la "Copa de Elías" ha sido embellecida hasta convertirse en una artística copa, un cáliz nunca empleado para un propósito diferente del ritual de la cena de Pascua.
La "Ultima Cena" de Jesús fue la celebración tradicional de Pascua.
Aunque se mantuvo la apariencia de poder escoger sus propios sumos sacerdotes y reyes, Judá se convirtió a todas luces en una colonia romana, gobernada primero desde el cuartel general en Siria y luego por regentes locales.
El gobernador romano, llamado Procurador, se aseguraba que los judíos escogieran, según la preferencia de Roma, un Ethnarch (Cabeza del Consejo Judío) para servir como Sumo Sacerdote del Templo, y al comienzo incluso un "Rey de los Judíos" (no un "Rey de Judá" como país). Desde 36 a 4 a.C. el rey fue Herodes, descendiente de edomitas convertidos al judaísmo, que fue la elección de dos generales romanos (famosos por Cleopatra): Marco Antonio y Octavio.
Herodes dejó un legado de estructuras monumentales, incluyendo la mejoría del Monte Templo y la estratégica fortaleza de Masada en el Mar Muerto; además ponía mucha atención en cumplir los deseos del Procurador como un vasallo romano de facto.
Fue a una Jerusalén crecida y magnificada por construcciones herodianas y arameas, repleta de peregrinos para la fiesta de Pascua, que llegó Jesús de Nazaret, en 33 d.C. (de acuerdo al fechaje aceptado por los académicos). Por ese tiempo a los judíos sólo se les permitía conservar una autoridad religiosa, un consejo de setenta ancianos llamado el Sanedrín; la tierra, ya no más un estado judío sino una provincia romana, era gobernada por el Procurador Poncio Pilatos, protegido en la Ciudadela Antonia adjunta al Templo.
Las tensiones entre el populacho judío y los romanos dueños de la tierra estaban creciendo, y derivaron en una serie de motines sangrientos en Jerusalén. Poncio Pilatos, llegado a Jerusalén en 26 d.C., empeoró las cosas trayendo a la ciudad legionarios romanos con sus signos, monedas y una serie de imágenes de ídolos prohibidas en el Templo; los judíos que se resistieron fueron sentenciados sin piedad a la crucifixión en tal cantidad que el sitio de castigo fue apodado Gólgota, Sitio de las Calaveras.
Jesús había estado antes en Jerusalén, "sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres". (Lucas 2: 41-43).
Cuando llegó Jesús (con sus discípulos) esta vez, la situación no era en verdad la esperada, no la prometida por las profecías bíblicas. Los judíos devotos (y de hecho Jesús lo era) estaban absortos con la idea de redención, de salvación por un Mesías, en la cual el núcleo central era el especial y eterno vínculo entre Dios y la Casa de David.
Estaba clara y específicamente expresado en el majestuoso Salmo 89 (19-29), en el cual Yahweh dijo, hablando a sus fieles seguidores en una visión:
Antaño hablaste tú en visión
a tus amigos, y dijiste:
"He prestado mi asistencia a un bravo,
he exaltado a un elegido de mi pueblo.
He encontrado a David mi servidor,
con mi óleo santo le he ungido.
El me invocará: ¡Tú, mi Padre,
mi Dios y roca de mi salvación!
Y yo haré de él el primogénito,
el Altísimo entre los reyes de la tierra.
Le guardaré mi amor por siempre,
y mi alianza será leal con él;
estableceré su estirpe para siempre,
y su trono como los días de los cielos".
¿No es acaso esa referencia a "los días de los cielos" una clave, un vínculo entre la venida de un Salvador y la profecía del Fin de los Días?
¿No era el momento de ver realizadas las profecías?
Y eso fue lo que Jesús de Nazaret, ahora en Jerusalén con sus doce discípulos, se propuso tomar en sus propias manos; ¡si la salvación requiere un Ungido de la Casa de David, él, Jesús, sería aquel!
Su nombre hebreo: Yehu-shuah ("Joshua") significa Salvador de Yahveh; y en cuanto al requerimiento que el Ungido (Mesías) fuera de la Casa de David, él lo era: el primer verso al inicio del Nuevo Testamento, en el Evangelio Según San Mateo, dice: "El libro de las generaciones de Jesús, hijo de David, hijo de Abraham". Después, aquí y en otras partes del Nuevo Testamento, la genealogía de Jesús es dada según las generaciones:
Catorce generaciones desde Abraham a David.
Catorce generaciones desde David a la deportación a Babilonia.
Catorce generaciones desde ahí a Jesús.
Estaba calificado, los Evangelios lo aseguraron. Nuestras fuentes para lo que ocurrió después son los Evangelios y otros libros del Nuevo Testamento.
Sabemos que los "reportes de testigos visuales" fueron de hecho escritos con posterioridad a los hechos; sabemos que la versión oficial es el resultado de deliberaciones del concilio convocado por el emperador romano Constantino tres siglos más tarde; sabemos que los manuscritos "gnósticos", como los documentos de Nag Hammadi o el Evangelio de Judas, entregan versiones diferentes que la Iglesia tuvo razón para suprimir; incluso sabemos ahora (lo cual es un hecho indiscutible) que primero hubo una Iglesia de Jerusalén liderada por el hermano de Jesús, enfocada de manera exclusiva a seguidores judíos, que fue superada, suplantada, y eliminada por la Iglesia de Roma que dirigían los gentiles.
Aún así seguiremos la versión "oficial", porque, por sí misma, vincula los sucesos de Jesús en Jerusalén con todos los siglos y milenios previos, como se ha dicho hasta este momento en este libro.
Primero, cualquier duda, si aún existe, de que Jesús vino a Jerusalén a la Pascua y que la "Ultima Cena" fue la comida Seder de Pascua, debe ser eliminada. Mateo 26: 2, Marcos 14: 1, y Lucas 22: 1 citan a Jesús diciendo a sus discípulos a su llegada a Jerusalén: "Saben que en dos días es la fiesta de Pascua", "En dos días más era la fiesta de Pascua, del pan sin levadura", "Se acercaba la fiesta del pan sin levadura, que es llamada la Pascua". Después, los tres evangelios, en los mismos capítulos señalan que Jesús les dijo a sus discípulos de ir a cierta casa, donde podrían celebrar la cena de Pascua con que se iniciaban los festejos.
Lo siguiente a ser abordado es el tema de Elías, el heraldo del Mesías (Lucas 1: 17 incluso cita los relevantes versículos en Malaquías). Según los Evangelios, la gente que había escuchado de los milagros de Jesús (que eran tan populares para ellos como los de Elías) al comienzo se preguntaban si acaso Jesús era la reaparición de Elías. Sin negarlo, Jesús preguntó a sus más cercanos discípulos: "¿Quién dicen ustedes que soy? Y Pedro respondió y le dijo: Tú eres el Ungido" (Marcos 8: 28-29)
Si así es, le preguntaron, ¿dónde está Elías, que debía aparecer primero? Y Jesús respondió: Sí, por supuesto, ¡pero él ya vino! Y le preguntaron, diciendo:
¿Por qué los escribas dicen que Elías debe venir primero?
Y él respondió, diciendo:
Elías de cierto vino primero, y restauró todas las cosas.
Pero de cierto le digo.
Que Elías sin duda ya ha venido.
Marcos 9: 11,13.
Esta fue una audaz afirmación, la prueba de lo que estaba por suceder: porque si Elías había de hecho vuelto a la Tierra, "ciertamente vino", de ese modo satisfaciendo el prerrequisito para la venida del Mesías. ¡Entonces él tenía que mostrarse en el Seder y beber de su copa de vino!
Como requería la tradición y la costumbre, la Copa de Elías, llena de vino, fue colocada en la mesa del Seder de Jesús y sus discípulos. La cena ceremonial está descrita en Marcos, 14. Dirigiendo el Seder, Jesús tomó el pan sin levadura (llamado ahora Matzoh ) e hizo las bendiciones, y lo partió, y entregó partes a sus discípulos. "Y tomó la copa, y después de dar gracias, lo pasó a ellos, y todos bebieron". (Marcos 14: 23).
Entonces, si duda alguna, la Copa de Elías estaba allí, pero Leonardo escogió no mostrarla. En esta pintura de La Última Cena, que sólo podía estar basada en los pasajes del Nuevo Testamento, ¡Jesús no sostiene la importante copa, y no hay por parte alguna sobre la mesa una copa de vino! En vez de ello hay un inexplicable intervalo a la derecha de Jesús y el discípulo a su derecha se halla inclinado como para permitir que alguien invisible esté entre ellos: ¿Acaso el impecable y teológicamente correcto Da Vinci estaba insinuando que un invisible Elías vino por la ventana abierta, detrás de Jesús , y tomó la copa que le pertenecía?
Elías, sugiere de ese modo la pintura, volvió: el heraldo precediendo al Ungido Rey de la Casa de David llegó. Entonces, cuando el arrestado Jesús fue llevado delante del gobernador romano que le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le dijo: Tú lo has dicho" (Mateo 27: 11). La sentencia, morir en la cruz, fue inevitable.
Cuando Jesús levantó la copa de vino e hizo la requerida bendición, dijo a sus discípulos, de acuerdo a Marcos 14: 24: "Esta es mi sangre de la nueva alianza". Si esas fueron sus palabras exactas, no quiso decir que ellos fueran a beber vino transformado en sangre, una grave transgresión a una de las estrictas prohibiciones del judaísmo desde los tiempos ancestrales, "porque la sangre es el alma". Lo que dijo (o quiso decir) era que el vino en esta copa, la Copa de Elías, era un testimonio, una confirmación de su linaje de sangre. Y Da Vinci representó esto de forma conveniente mediante su ausencia, sacado presumiblemente por el visitante Elías.
La copa desaparecida ha sido durante siglos un tema favorito para los autores. Los relatos semejan leyendas: los Cruzados lo buscaron; los Templarios lo hallaron; fue llevado a Europa. La copa se convirtió en cáliz; era el cáliz que representaba la Sangre Real, Sang Real en francés, lo que derivó a San Greal, el Santo Grial. ¿O nunca, después de todo, fue sacado de Jerusalén?
La continua subyugación e intensificada represión romana sobre los judíos en Judá llevó al estallido de la más desafiante rebelión; le tomó siete años a los más grandes generales romanos y sus mejores legiones derrotar a la pequeña Judá y llegar hasta Jerusalén.
En el 70 d.C., luego de un prolongado asedio y fieras batallas mano a mano, los romanos rompieron las defensas del Templo; y el general a cargo, Tito, ordenó quemarlo.
Aunque la resistencia continuó en otras partes durante tres años más, la Gran Revuelta Judía llegó a su fin. Los triunfantes romanos estaban tan jubilosos que conmemoraron su victoria con una serie de monedas que anunciaban al mundo Judaea Capta (Judá Capturada) y erigieron un arco de la victoria en Roma representando los objetos rituales saqueados del Templo.
Pero durante cada año de independencia, las monedas judías estaban grabadas con la leyenda "Año Uno", "Año Dos", etc., "por la libertad de Sión", mostrando frutos de la tierra como temas decorativos. Inexplicablemente, las monedas de los años dos y tres tienen a imagen de un cáliz.
¿Estaba el "Santo Grial" aún en Jerusalén?
- "El presente surge del pasado, el pasado es el futuro".
Zecharia Sitchin
- "Tanto la Biblia Hebrea como el Nuevo Testamento afirman que los secretos del futuro están arraigados en el pasado, que el destino de la Tierra está conectado en los cielos".
Zecharia Sitchin
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